14 de Julio de 2024
[Por: Josep M. Margenat Peralta | Cristianisme i Justicia]
En una sociedad del cálculo y de competición permanente, los que caen dejan de existir y el lugar de revelación de Dios de Cristo se encuentra en este aniquilamiento silencioso. Quienes caen son los prescindibles. Los otros somos amnésicos. El destino de quienes caen, de los que sobran, de los que no cuentan para nadie, es su desaparición. Un Dios que no cuenta, y que no es contado, es un Dios que no cuenta a los ojos del mundo. Con esta afirmación, aparentemente un sencillo trapicheo de palabras, lo que decimos es una verdad grande para muchos de nosotros: nuestro Dios, el Dios que se ha hecho carne no cuenta, no es un Dios contable y tampoco es un Dios que cuente. Nuestro Dios no es una variable más del capitalismo que, por otro lado, no tiene ninguna necesidad de Dios. Los ídolos –y el capitalismo está lleno– no cuentan con un Dios de verdad, el de los cojos…
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