15 de Julio de 2024
[Por: Eduardo de la Serna]
Días pasados señalé la tensión entre el ámbito de las ideas y la realidad de su realización práctica. Quisiera aquí dar un paso más. Jesús, la “palabra que se hizo carne y acampó entre nosotros”, es expresión obvia de los límites que siempre tienen los seres humanos, por ejemplo, límites del tiempo y límites del espacio. A Jesús, por eso, se lo puede tocar, abrazar, o incluso matar. Jesús tenía hambre y sed, lloraba y reía, se enojaba y alegraba. A Jesús es factible invitarlo a comer a nuestra casa donde puede ser acogido o también cuestionado; puede ser visto e imaginado…
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