06 de Junio de 2024
[Por: Carla Méndez Sanjur]
Buenos días:
Su Excelencia: Monseñor Rafael Valdivieso
Sacerdotes, diáconos, familiares, feligreses, amigas y amigos todos:
Hoy nos reunimos para despedir a una persona muy especial en nuestras vidas: mi querido tío, Conrado Abdiel Sanjur Duarte, quien dedicó su vida al servicio de Dios y de los demás como Sacerdote. En este momento de dolor y tristeza, aunque alentados por nuestra fe y la promesa de reencontrarnos con él en el último día, quiero compartir con ustedes algunos recuerdos y pensamientos sobre el ser humano, el profesional, consejero y amigo; el siervo de Dios, a quien, de manera cariñosa y meritoria, muchos de ustedes llamaban, “El Obispo del Pueblo”.
Conrado, oriundo de la comunidad de El Nancito, distrito de Remedios en la provincia de Chiriquí, llegó a la ciudad de Panamá en la década de los 60’s, como todo joven entusiasta motivado por la búsqueda de nuevos horizontes. Encuentra residencia junto con sus padres en el distrito especial de San Miguelito, el mismo lugar donde tuvo la suerte de conocer y vivir la experiencia espiritual y pastoral de El movimiento de los sacerdotes de la comunidad de Chicago: el padre Leon Mahon su mentor, guía y fuente de inspiración sacerdotal y posteriormente, el Padre Donaldo Headley, que reafirmo su vocación. Este grupo de clérigos dejó una huella indeleble tanto en la comunidad como en el futuro sacerdote. Su legado fue el de una iglesia “pobre para los pobres”, una iglesia convencida de que la única forma de transformación social efectiva para superar la pobreza era la organización de la comunidad, el desarrollo de destrezas y habilidades en sus miembros, así como también el surgimiento de nuevos liderazgos que les permitieran, con acciones locales y con el diálogo como herramienta principal, exigir el respeto de sus derechos individuales y colectivos.
El 30 de agosto de 1975, luego de sus estudios de teología en Lobaina, Bélgica, Conrado Sanjur es ordenado sacerdote por Monseñor Marcos Gregorio McGrath, en una ceremonia que, sin lugar a duda, llenó de inconmensurable orgullo y júbilo a mi abuela Dora Duarte Álvarez (su madre), a sus 5 hermanos, a sus tíos, sus primos y al resto de familiares, algunos de los cuales están presentes en el día de hoy.
De esta manera inicia su recorrido de 48 años junto a su eterno diácono Juan Arcia en la Iglesia Cristo Hijo del Hombre, reemplazando en sus vacaciones a nuestro recordado tío, el entonces Padre Francisco Beens y ocupando posteriormente su puesto. Con el inicio de su vida pastoral impulsa la creación de la cuasiparroquia Cristo Servidor de los Pobres, nombre que evoca al Cristo que sirve a los demás, como lo hizo Jesús el Jueves Santo. Esta congregación se convirtió luego en la Parroquia Cristo Servidor por disposición de Monseñor José Dimas Cedeño. Conrado también impulsa la creación de comunidades cristianas, siendo la primera de ellas La Capilla de San Pancracio en Las Trancas y luego, la de San Francisco de Asís en Santa Pera y la Capilla La Sagrada familia en Dorasol.
Mi tío no solo fue un sacerdote devoto, sino también un hombre de inmensa bondad, de gran generosidad y amor al prójimo. Su fe inquebrantable y su dedicación a la comunidad siempre fueron un faro de luz para los más necesitados.
Fiel a las enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo, llevó siempre una vida austera, una vida modesta, alejada de lujos y bienes materiales. Su preocupación principal fue siempre el bienestar de los demás, caminado al lado de los más necesitados y brindando su apoyo a los desposeídos.
Así lo reconoció Monseñor José Domingo Ulloa con motivo de la celebración de los 45 años de vida sacerdotal, el 30 de agosto de 2020. Cito textualmente sus palabras:
Conrado: “Quiero expresarte que una de las cualidades que reconocemos siempre, es tu sensibilidad humana para identificarte con el pueblo que sufre, tu capacidad de servicio y solidaridad, especialmente por los más necesitados y vulnerables”.
Es entonces como, está firme convicción de servicio que hoy reconocemos, lo hizo gestor y partícipe de muchos movimientos populares, de cruzadas y agendas sociales que promovió y defendió con pasión, compromiso y espíritu de lucha. Fueron estas mismas cualidades las que también le trajeron incomprensión, rechazo y hasta descalificaciones, las cuales supo sobrellevar, guiado por su propósito inquebrantable de vida y vocación: servir a los más necesitados y a los que no tienen voz para denunciar situaciones de marginación y de injusticia.
Por esto y mucho más, hoy es reconocido como El Obispo del Pueblo por todos aquellos que creen y luchan por la dignidad del ser humano.
Conrado (“Papito” como cariñosamente le decíamos en la familia) fue el hijo, el tío y sobrino, el amigo y compadre (con más de 20 ahijados), de risa contagiosa, fanático de las reuniones y celebraciones al aire libre, admirador de la naturaleza (reflejada en el diseño de este centro parroquial), de la melodía que surge de las notas de una guitarra, (especialmente la guitarra de la familia Ríos y la señora Elisia); fans de la cantante Miriam Hernández, entusiasta de la comida criolla, especialmente de los mariscos y el picante de Julia, amante de una buena copa de vino y con un especial paladar para la sangría, bebida que le encantaba preparar y brindar.
Nunca dudó en ofrecer una mano amiga, un abrazo reconfortante o una palabra de aliento a quien se acercara para solicitarla. Su vida fue un testimonio vivo del amor de Cristo.
Hoy, mientras nos despedimos de él, hallamos consuelo en la certeza de que ha encontrado el descanso eterno en los brazos de “El Creador” y que seguramente a su llegada al reino de los cielos fue reunirse con Leon, Donaldo y John Greely (sus mentores), con Monseñor Oscar Romero y con el siempre recordado Padre Héctor Gallego. Departieron sonrientes mientras esperaba a su querida y apreciada compañera de lucha, La Hermana Nieves, quien acudió a esta reunión al día siguiente. Allá se reencontró también con sus padres y hermanos, entre ellos mi madre.
En nombre de la familia Sanjur-Duarte, yo su sobrina, no puedo concluir estas palabras sin agradecer infinitamente a todos aquellos que de una u otra forma estuvieron a su lado durante estos 78 años de vida; enumerarlos sería imposible. Mi reconocimiento especial a quienes, en los últimos 6 años, le brindaron apoyo, cariño y cuidado durante los momentos más críticos, posterior a su enfermedad: Sra. Olga, Jorge y Sra. Magda, a Ustedes mi eterno agradecimiento. Estoy segura de que Dios Todopoderoso, sabrá recompensarles su sacrificio, el amor y compresión que mostraron a mi tío.
De igual manera, mi agradecimiento a Monseñor José Domingo Ulloa, por el reconocimiento a mi tío Conrado en sus 45 años de vida sacerdotal, y sobre todo, Monseñor, por su visita y conversación en el Hospital San Fernando aquel 21 de octubre de 2019. En ese momento mi tío sintió la cercanía de su Pastor.
Gracias a todos Ustedes por estar aquí presente, rindiendo homenaje póstumo y brindándole el último adiós a Conrado, El Siervo de Dios. Gracias por tanto cariño. Que la tristeza de su ausencia sea llenada por el recuerdo de su legado.
Ruego a Dios que el propósito de su vida (vivir al servicio de los desposeídos) se fortalezca y prospere en cada uno de nosotros… Esa será la mejor forma de rendirle homenaje y al mismo tiempo, nuestro más grande compromiso con “El Obispo del Pueblo”.
¡Gracias!
Carla Méndez Sanjur
Panamá, 5 de junio de 2024.
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