[Por: Marcelo Barros]

El III Encuentro Nacional de Jóvenes y Espiritualidades Liberadoras (ENJEL) tuvo lugar en Salvador, Bahía, con el objetivo de fortalecer el proceso de construcción del Movimiento de Jóvenes y Espiritualidades Liberadoras (MEL) en las diversas regiones y rincones del país. El tema general del encuentro «Sabores, Saberes y Luchas: Territorios del Buen Vivir» fue principalmente vivido, como si el propio encuentro fuese un ensayo de lo que es el Buen Vivir.

Se trata de una filosofía de vida que surge de la experiencia de diversos pueblos indígenas y que puede ser una propuesta de organización social para toda la humanidad. Basados en criterios de reciprocidad entre las personas, amistad fraterna, convivencia con otros seres naturales y profundo respeto por la tierra, los pueblos indígenas han construido experiencias verdaderamente sostenibles que pueden orientar nuestras opciones futuras y asegurar la existencia humana. Las Constituciones de Bolivia y Ecuador proponen que la promoción del Buen Vivir es un deber del Estado y un derecho de toda la sociedad. Cada vez más, tragedias como las actuales inundaciones en el sur de Brasil revelan las consecuencias que todos sufren cuando la sociedad toma como paradigma fundamental el lucro y no, en primer lugar, la vida.

El paradigma del Buen Vivir sólo es posible frente a un modelo de desarrollo que considera la tierra y la naturaleza sólo como mercancías y a las personas como artículos de producción y consumo. Las principales víctimas de este sistema inhumano son los jóvenes rurales y urbanos. Por eso los jóvenes son los primeros actores del proceso del Vivir Bien. En Brasil, el Movimiento de Jóvenes y Espiritualidades Liberadoras (MEL) comenzó en 2014 y se está extendiendo gradualmente a las diferentes regiones del país y ya ha organizado tres encuentros nacionales. El que acaba de tener lugar en Salvador, BA, fue el tercero. Tuvo lugar del jueves 30 de mayo al domingo 2 de junio. Contó con la participación de más de 150 personas, entre jóvenes de diferentes tradiciones religiosas y algunas personas mayores que habían sido invitadas, porque la experiencia de espiritualidades liberadoras implica un diálogo intergeneracional, protagonizado por jóvenes, pero con la participación de personas mayores.

Durante estos días del III ENJEL, las personas que participaron en el encuentro tuvieron la oportunidad de conocer y socializar con comunidades quilombolas, asentamientos del MST, grupos de religiones negras e indígenas. Además, el encuentro profundizó en cuestiones y desafíos para el Buen Vivir. Todos sabemos que este proceso se basa en una espiritualidad amorosa y abierta al diálogo con diferentes culturas.

El propio encuentro fue un escenario de ensayo para el Buen Vivir, a través de la experiencia de comunión entre diferentes culturas y del diálogo entre religiones, especialmente la apertura a los cultos afrodescendientes y a las espiritualidades de los pueblos indígenas. De hecho, en este encuentro, las personas de Candomblé y Umbanda se sintieron cómodas cantando, bailando y hablando de su espiritualidad. Los que pertenecían a la Iglesia cristiana vivieron su fe como una acogida a sus hermanos y hermanas de los cultos originarios. El objetivo no era explicitar elementos de la fe y los ritos propios de las Iglesias, sino valorar a los demás y comulgar con ellos. Fue un excelente ensayo para la Bienvenida a la Vida.

Desde la apertura hasta la clausura del encuentro, prevaleció una energía de afecto. Una gran ola de afecto dominó cada momento y cada detalle del encuentro. Fue un verdadero ensayo para Acogida a la Vida.

Todos los participantes salieron de allí decididos a fortalecer el proceso del MEL (Movimiento de Jóvenes y Espiritualidades Liberadoras) en sus bases y en sus regiones, y así continuar juntos en este hermoso círculo espiritual de construir en nosotros mismos y en el mundo la Buena Vida que los Evangelios llaman «reino divino».