01 de Mayo de 2024
[Por: Margot Bremer]
Contexto socio-político-medioambiental
Hace un par de meses, en un discurso Alfonso García de Linera declaraba que estamos presenciando el agotamiento de unas oleadas progresistas, provocadas por contrarreformas conservadoras que finalmente también fracasan.
Concretamente hoy estamos presenciando el declive de un así llamado “eterno progresismo”, cansados de un proceso de siempre crecientes supuestos avances económicos, científicos y tecnológicos, pero no de más humanidad1, más bien el contrario. Este declive ha ocasionado un caos histórico y detrás se esconde una fuerte pugna por instaurar un nuevo y más duradero paradigma de acumulación, explotación y dominación de los seres humanos y de los recursos naturales (extractivismo).
Muchos gobiernos cayeron en la corrupción, en el narconegocio, en el nepotismo y otros más vicios que señalan síntomas de una decadencia la que inaugura el fin de un falso progresismo y el comienzo de un nuevo modo de pensar y concebir la vida. Ha llegado el momento histórico que desafía buscar una interpretación de la vida con principios y paradigmas adecuados a las exigencias de una nueva mentalidad.
Tal vez hoy encontramos algunos movimientos que se esfuerzan a conseguir mayor humanidad y dignidad de todas las personas y de todos seres vivos con los que formamos parte del cosmos.
Historia del progresismo en América Latina
No pocos historiadores opinan que el año 1492 había inaugurado en Nuestramérica la época de la “modernidad” con su ideología progresista. Pero poco se conoce y poco se tiene en cuenta que fue la colonización la que había sido constitutiva para el actual concepto de progresismo. Entre otras, la Revolución Industrial consolidó tal concepto en dos actividades coloniales: el saqueo de los bienes naturales (metales, especies) y trabajo forzado, (los habitantes nativos reducidos a servidumbre y esclavitud) etc. Sin el oro y la plata, sin la apropiación de tierras para grandes plantaciones, sin la explotación de trabajo de los indígenas y esclavos afro, Europa no hubiera sido modelo de progresismo. Según Sinivaldo Tavares2, existe una triple naturalización que ha conseguido convertir la colonialidad en modernidad progresista. Lo explica concentrado en tres niveles:
Naturalización de la desigualdad social entre colonizador y colonizado: la división racial del trabajo en que los colonizadores blancos se diferencian “naturalmente” de los colonizados de color.
Naturalización de la lógica progresista–colonial: la anexión violenta de los territorios indígenas de Abya Yala creó la invención del “Mundo Nuevo”.
Naturalización del mercado y de la tecnología: en vez de relaciones vitales entre comercio y territorio domina el valor abstracto de dinero, sin considerar la gratuidad de los bienes de la Madre Tierra.
De ahí, Sinivaldo saca la siguiente conclusión:
“En su fase senil, el capitalismo se presenta en nuestros días en la versión histórica del llamado “capitalismo financiero”. Se trata de la era…de la acumulación en tiempos de agotamiento del mundo y de crisis terminal de las energías vitales, tanto de las que brotan de la tierra como de las energías sociales que surgen. En ese sentido, el neoliberalismo constituye el conjunto de relaciones sociales que absorbe las energías vitales con el objetivo de acumular infinitamente el valor abstracto, el dinero. Y así consume la vitalidad de la tierra y la humanidad de los humanos” (o.c 71).
Reconozco que lo aquí expuesto trata solamente una parte del progresismo, la parte negativa en la historia concreta de Nuestramérica, que manifiesta más sombras y atrasos que luces y avances. Según Ignacio Dueñas, la teología de liberación latinoamericana ha dado un gran servicio en la decolonización con su “elaboración conceptual que desmonta la falsa superioridad de la epistemología occidental frente a una supuesta inferioridad de los saberes autóctonos (Josef Estermann, Enrique Dussel, Simon Bolivar)”. En esta línea Boaventura de Sousa Santos propone que para enfrentar la decolonialidad es necesario construir unas “epistemologías del Sur” que iban a configurar la identidad de los pueblos.3
¿Hay progresismo en el mundo indígena?
Como misioneros nos surge el interés de saber si los pueblos indígenas del Cono Sur comparten la misma percepción de progresismo que nosotros.
Parece que ha sido la primera vez, que hace más de 500 años, los habitantes originarios de estas tierras tenían que enfrentarse contra otras economías, unas coloniales de otro continente y de inmensas acumulaciones, que deshumanizaron a los primeros habitantes.. Al no querer entrar la mayoría en este proceso “progresista”, fueron tildados “atrasados”, “no-progresistas”, “primitivos”. Esta clase de progresismo fue absolutizado por los colonizadores como única forma de “desarrollar” a la persona y la vida. Su sentido de superioridad les impedía imaginarse otros caminos de llegar a más plenitud humana y ambiental.
Según las tradiciones indígenas, sin embargo, los momentos de crisis señalaron a ellos el fin de su camino anterior. Entonces recorrían en la memoria del pasado a sus propios mitos y tradiciones, buscando un nuevo camino en estas “hermosas palabras primeras” que les hablaban siempre de creación y destrucción del mundo. Con estas palabras sobre un aparente fin del mundo sabían resistir porque sabían interpretarles como signos del comienzo de un mundo nuevo. De este modo, para los guaraníes, la vida misma es un constante caminar entre creación ocaso y re-creación, estando en permanente busca de la Tierra sin Mal. Tal concepción de vida implica estar en camino, un itinerario que arranca del retorno hacia el futuro. Cada pueblo busca en sus propias raíces su propia genialidad, profecía y energía. Nadie puede quitarles este derecho suyo. Ya los antropólogos en la segunda Declaración de Barbados 1971 pronunciaron que “la liberación de las poblaciones indígenas es realizada por ellas mismas, o no es liberación”. La mayoría de los pueblos indígenas hoy están en buen camino de decolonización, en su propia liberación activa.
Presento aquí el ejemplo de desarrollo de la planta del bananero que –entre diferentes modos- anuncia el crecimiento de una nueva hoja en forma de erigir un palo duro. Y desde el centro, con su propia fuerza y energía se amplifica, intentando poco a poco a generar espacio desde el centro hacia fuera, hasta que la hoja entera se pueda des-arrollar y desplegar. Lo importante es que este “des-enrrollo” surge de la propia energía de la misma planta sin ninguna ayuda de afuera.
Hoy, muchos indígenas se sienten protagonista de su propio destino. Su perspectiva de progreso estaba y está en un itinerario comunitario hacia la plenitud eco-humana. Están convencidos que en este itinerario juntos van a adquirir, paso a paso, su destino auténticamente humano.
También nosotros, todos los humanos, nos acercamos cada vez más a esta percepción de caminar entre creación, destrucción y recreación. Nuestros proyectos propios ya están escapando de nuestras manos. Hoy vivimos un momento histórico de declive, derrumbe y caos, sin que se asomase claramente una visión de un mundo nuevo (teko pyahu). En muchas culturas indígenas, se conserva aún mitos sobre la primera tierra que ya había sido destruida por el diluvio (cf. mitología Mbya-guaraní).
¿Hay progresismo en el mundo de la Biblia?
También la cosmovisión cristiana, marcada por el mensaje bíblico, ofrece un itinerario de retorno cíclico como “progreso”, aparentemente de “regreso”, parecido a la cosmovisión indígena. Por supuesto, no es un movimiento cíclico repetitivo como falsamente tildan algunos a los mitos indígenas. No, invita a un dinamismo cíclico horizontal, pero sí está avanzando verticalmente, cada vez más transcendental, en forma de espiral.
Recordando el calendario litúrgico de las iglesias cristianas, constatamos que cada año comienza celebrando la memoria del nacimiento de Jesús en esta tierra. Para los cristianos es un nuevo ciclo, que se basa en el ciclo anterior de la creación (Gen 1,1 a 2,4), presente en el principio del Antiguo Testamento y raíz de la religión del pueblo de Jesús. Es llamativo que el comienzo de la creación en la Biblia surge desde el caos, expresado en símbolos cósmicos como inundación, tinieblas, oscuridad. Caos además de desorden (griego) puede ser también un símbolo de restos, escombros de un mundo anterior destruido. De este modo la creación bíblica pueda representar también el dinamismo cíclico, pues los hebreos no pensaron en términos totalmente abstractos; para ellos no existe la nada ni el caos total. La Biblia está escrita desde la experiencia de un pueblo que quiso poner su fundamente en la liberación desde la fuerza interior concedida por su Dios Libertador: “Yo soy tu Dios que te liberó de la casa de esclavitud...”
La creación también está presente en casi todas las tradiciones indígenas que hablan en diferentes formas del comienzo del mundo para buscar el destino de toda la creación. Con el imaginario de un ritmo interior a la creación, cada cultura quiere expresar el destino del mundo para llegar a vivir como una sola casa/familia grande.
Recordemos que la Biblia es un compendio de muchos libros escritos en diferentes lugares, épocas y hasta idiomas (hebreo, arameo, griego koiné), contiene por consiguiente diferentes teologías, según el ambiente social de donde ha surgido cada uno de estos libros, pero implican mayoritariamente, la defensa y el respeto a la sabiduría humana de los desfavorecidos. Un pueblo alternativo que comenzó como articulación de diferentes grupos sociales y étnicos de unos ninguneos que buscaron liberarse de sistemas faraónicos. Pero se acomodaron rápidamente e imitaron gobiernos colonizadores que al final les conquistaron causando la destrucción de ser una alternativa sin opresión, sin desigualdad, sin injusticias y sin esclavitud. Jesús, por querer liberar a su pueblo de este yugo deshumanizante, fue asesinado. Y de esta muerte indigna, desde la destrucción de su vida con tanta plenitud humana engendró su resurrección: nació la vida nueva. Este ciclo de muerte-resurrección inaugurado por Jesús es tan significativo, como el surgimiento de una nueva creación (resurrección)desde el caos (muerte).
El último libro de la Biblia, el Apocalipsis, escrito unos mil años más tarde, no relata el fin del mundo creado, como falsamente se suele interpretar, sino quiere narrar, en términos cósmicos, el declive y ocaso de otro mundo al estilo faraónico: el imperio Romano. Sobre los escombros del mismo con mucha sangre de mártires, está naciendo un nuevo ciclo el que él mismo quería inaugurar con la palabra metanoia.4. Jesús no dijo que vino a restaurar el mundo antiguo, sino anunció que con él puede nacer un mundo nuevo que necesita nuevos paradigmas: “vino nuevo en odres nuevos”, porque no basta liberarse de estructuras viejas, sino liberarse sobre todo del viejo modo de pensar, interpretar y convivir con viejos paradigmas. Los paradigmas deben sintonizar con el mundo nuevo que está saliendo. El Espíritu de la tradición bíblica consiste en esta búsqueda de un mundo nuevo, que se refleja con toda intensidad en el Apocalipsis, cíclicamente retomando la palabra de Isaías 65,17-25; Lc 4,? “he aquí que yo creo cielos nuevos y tierra nueva”.
Conclusión
Hoy, todos los habitantes de nuestro planeta, vivimos un momento histórico axial, tanto con un cambio de época como con un cambio climático. No es la primera vez en la historia de nuestra tierra y de nuestra humanidad. Percibimos el agotamiento de una época con oleadas de progresismos que nos desafían buscar en esta crisis los signos del Espíritu de una nueva época y de un nuevo clima.
Parece que tanto el mundo indígena como el mundo cristiano no ponen la esperanza en el avance eterno de un progreso material, sino más bien en el dinamismo de nacimiento y destrucción de sociedades y medioambientes, bíblicamente expresado en el ciclo de “creación-caos-nueva creación” humanización-deshumanización y humanización resucita avanzando en su forma espiral. También en la cosmovisión indígena encontramos este mismo ritmo de “desarrollo”, puesto el acento en la plenitud de lavinculación socio-ambiental, una Casa Común habitada por seres vivos en relaciones familiares, reconociéndose cada uno como parte enriquecedora y enriquecida de un todo.
No se encuentra en el mundo indígena ni en el cristiano un progresismo recto y derecho delante sino un constante pero irregular movimiento cíclico de construcción y destrucción de sociedades y territorios, construidos por ambiciones humanas sin respetar las leyes de vida en la humanidad y en la naturaleza.
No dejemos de lado la propuesta de liberarnos de decolonizarnos y recuperar nuestra identidad; quizás así será posible articular y sintonizar una Epistemología del Sur, así como ya está surgiendo una Teología del Sur.
Por eso quiero terminar esta reflexión fraseando una palabra del papa a los estudiantes universitarios…”no basta simplemente reiterar convicciones religiosas adquiridas que, por verdaderas que sean, se vuelven abstractas con el paso del tiempo. Una verdad no se vuelve más creíble porque se levante la voz al repetirla, sino porque se la testimonia con el cambio” de un nuevo pensar y convivir.
1 La economía liberal entre 1870 y 1920, la del capitalismo de Estado entre 1940 y 1980, y últimamente la neoliberal entre 1980 y 2010, según García de Linera.
2 Tavares S. Sinivaldo, Procesos decoloniales: Raíces, Recorridos y Horizontes, en AMERINDIA, Susurros del Espíritu, Montevideo 2023, pp.691-717
3 Ignacio Dueñes García, Decolonialidad para un nuevo paradigma emancipatorio del mundo, en Agenda latinoamericana 2024,p.37
4 Es su mensaje concentrado en el principio de cada uno de los evangelios sinópticos: metanoia quiere decir “cambiar la mentalidad”
Imagen: https://conexihon.hn/2018/12/21/pueblos-indigenas-y-gobiernos-progresistas-en-america-latina/
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