¿Era necesario el sufrimiento?

17 de Marzo de 2024

[Por: Armando Raffo, SJ]




“… abrió sus mentes para que comprendieran… que el Cristo debía padecer” (Lc. 24, 45-46) 

 

Llama la atención que sólo al final del evangelio, Lucas subraye que ya estaba escrito que el Cristo “debía padecer” y resucitar de entre los muertos al tercer día. Más que acentuar la resurrección de Cristo el texto parece subrayar que el padecimiento del Mesías era necesario para que algo nuevo pudiese emerger. El que Jesús resucitado dijera a sus discípulos que era necesario que Él padeciera deja ver, por un lado, que los discípulos de Jesús no habían comprendido la situación histórica en que se encontraban y que no habían calibrado el sufrimiento que entrañaba cambiar el rumbo de su historia. 

 

Importa remontarnos al libro del Génesis, es decir, al de los principios, para intuir que, aunque todo lo creado “era bueno”, necesariamente estaba signado por la contingencia que siempre supone algún tipo de sufrimiento en la vida de todos y cada uno de nosotros. El relato del pecado original no hace otra cosa que señalar que los seres humanos no nos movemos meramente por el mecanismo del estímulo – respuesta, tal y como ocurre en el reino animal, sino que hemos arriesgar respuestas que, necesariamente, involucran nuestras vidas y que nunca están exentas del fracasar. Es claro, pues, que cuando Jesús apela a las escrituras para recordar que el Mesías debía sufrir, como buen pedagogo les recuerda, por un lado, la particular dignidad que cabe a los seres humanos por haber sido creados a Su imagen y semejanza y, por otro, que nunca estamos exentos de arriesgar nuestras vidas para vivir con sentido. 

 

El ser humano debe elegir qué hacer con su vida, dando por sentado que corre los riesgos inherentes a toda elección y sabiendo que el fracaso siempre está a disposición. Ni que hablar del sufrimiento inherente a quienes quisieron y quieren construir una historia diferente.  A ello se refería Lucas cuando intentaba explicar a sus discípulos que el sufrimiento era y es necesario, tal y como desde antiguo vaticinaban las Escrituras.  

 

La pregunta más importante y que, obviamente, surge de forma casi espontánea es: ¿por qué era necesario que Jesús sufriera para luego resucitar? ¿No había otro camino? No tenemos más remedio que recurrir al pecado original para explicar los males de la historia y de cada uno de nosotros en particular. Aunque el ser humano fue creado a imagen y semejanza de Dios, también es cierto que en el libro de los principios emerge el pecado para embarró la cancha, como solemos decir. 

 

En el caso del evangelio de Lucas es claro que se alude al sufrimiento que supone empeñar la vida en pos de un mundo mejor y más justo. Sin embargo, importa notar que la propuesta de Jesús no se reducía, meramente, a la tarea de expulsar a los romanos de su territorio o de procurar meros cambios a nivel político, sino que trata de advertirnos que, en el contexto de nuestro mundo, luchar por algo nuevo siempre entrañará sufrimientos de diverso tipo.   

 

Remontándonos al comienzo de la vida pública de Jesús y del entusiasmo que había despertado en muchos que lo seguían, no era extraño que los discípulos pensaran que pronto habrían de sacudirse el yugo impuesto por los romanos para recuperar su independencia. No obstante, y sin negar ese derecho político, Lucas alude al sufrimiento que es inherente al ser humano cuando se trata de alumbrar lo nuevo.   Cuando Jesús, según Lucas, subrayó que era “necesario que el Cristo padeciera” no se refería, únicamente, a la historia marcada desde el principio por el pecado original sino, también, a la condición humana que, por su misma finitud, implica apuesta y sufrimiento, ya que cualquier decisión existencial, por el mero hecho de que elegir, implica renunciar.   

 

Cuando Jesús afirmó que el Mesías debía padecer, podemos afirmar que procuró abrir sus mentes desde la tradición bíblica para que asumieran los padecimientos que habrían de sobrevenir a la hora de empeñar la propia vida para alumbrar algo valioso.  

 

En síntesis, recogiendo lo dicho podemos afirmar que hay un sufrimiento inherente al ser humano por el mero hecho de ser libres y no estar programados para responder a los diversos estímulos que nos asedian. Y, por otro, hay sufrimiento necesariamente vinculado a los ideales que los seres humanos procuramos alcanzar en contextos que siempre están marcados por el pecado. 

 

En nuestros días, todo parece indicar que quién quiera quebrar el hedonismo reinante, tendrá que estar dispuesto a ir contracorriente y a sufrir. Podemos deducir que cuando Jesús se apoya en la Escritura para aludir al necesario sufrimiento, se refiere a las resistencias de distinto tipo que siempre emergen cuando se trata de proponer modos de vida solidaria y fraterna. Creer que algo a nivel personal y social se puede cambiar, sin sufrimientos de distinto tipo, es una ilusión infantil que lleva al fracaso y la desesperanza.   

 

Imagen: https://espanol.ucg.org/las-buenas-noticias/como-el-sufrimiento-de-cristo-nos-ayuda-a-soportar-el-nuestro  

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