[Por: Francisco Javier Burgos]

“Vivir sitiado, con el equilibrio y la tranquilidad de la paz, evitar que la fuente de mi ser sea contaminada por el fruto amargo del clima de violencia, sostener y retener la iniciativa moral de mi propia acción y buscar la experiencia de comunidad, todo esto en la medida en que se haya podido lograr, es atravesar una puerta que nadie puede cerrar”. 

Howard Thurman 

El mayor llamado en nuestra vida es ser testimonio vivo de amor. Esto puede parecer muy abstracto, pero no lo es. Ser testimonio de amor implica arremangarse las camisas e involucrarnos en el proceso de abordar los múltiples problemas que afectan a nuestras comunidades. Ser testimonio de amor requiere que seamos personas humildes, abiertas y solidarias en nuestra relación con las demás personas mientras aprendemos unas de otras, compartiendo nuestras vulnerabilidades y fortalezas. Este es un paso importante para construir comunidades saludables y provocar cambios que apoyen la justicia y la paz, que, para mí, son dos formas diferentes de definir el amor. 

Siento que no tenemos tiempo que perder para responder al llamado de ser testimonio vivo de amor. Las luchas que tenemos por delante son de tal magnitud que cada minuto cuenta para ser personas creativas, proactivas e implicadas en la transformación del mundo en un lugar mejor para todas y todos. Ser testimonio vivo de amor puede significar, entre otras cosas, desmantelar el racismo estructural, apoyar el desarrollo de sociedades más inclusivas y democráticas y poner en marcha políticas y prácticas para proteger y cuidar el maravilloso planeta que compartimos. Estos son procesos importantes y necesarios en los que podemos encontrar al Dios de la vida y en los cuales podemos experimentar la fuerza activa del amor. 

La inmediatez del momento presente puede requerir que participemos en esas conversaciones largamente postergadas sobre cómo utilizar nuestras herramientas imperfectas para acelerar la paz y la no violencia en nuestro mundo. Aprender sobre las luchas de otras comunidades diferentes a la nuestra puede aportar nuevos entendimientos y ampliar nuestras experiencias de solidaridad, pertenencia y diversidad. Abrazar la necesaria inmediatez del ahora, desde la fe, constituye un llamado al discernimiento, personal y colectivo, para defender la paz y la justicia, lo que en nuestros días necesariamente incluye pedir un alto el fuego en Medio Oriente y en otros lugares, así como visualizar caminos para la liberación y reparación en favor de las comunidades históricamente oprimidas y excluidas. Esto puede parecer radical, y lo es, pero el amor es la herramienta más radical que tenemos. 

Ojalá que sigamos abriéndonos al Diosito de la vida, que nos acompañemos mutuamente en clave sinodal, eso es caminar juntos y juntas. Que podamos visualizar los caminos a seguir permaneciendo fieles a la fuerza creativa del amor. Que sepamos abrazar las responsabilidades de lo cotidiano como práctica espiritual de hacernos hermanos y hermanas que responden con entereza al llamado del Espíritu en nuestra historia concreta. Que sepamos ser sal y luz en la necesaria inmediatez del ahora que nos toca.

Imagen: https://www.ladescamisada.com.ar/el-amor-en-tiempos-de-inmediatez-2/