27 de Enero de 2024
[Publicado en VoltaireNet.Org]
Libre de distingos sectarios hacia quienes le solicitan una entrevista, Thierry Meyssan analiza lo que está sucediendo alrededor de los hechos de Gaza
Monika Berchvok: Usted piensa que la versión del “ataque por sorpresa” del 7 de octubre es difícil de creer. ¿Cuáles son las incoherencias que le hacen pensar en un escenario similar al del 11 de septiembre?
Thierry Meyssan: El gobierno de coalición de Benyamin Netanyahu había sido alertado un año antes por un informe de los servicios de inteligencia militar, como se publicó en el New York Times. Pero no hizo nada. Este verano [de 2023], cuando su ministro de Defensa le llamó la atención sobre el asunto en pleno consejo de ministros, [Netanyahu] lo revocó [al ministro], como reveló Haaretz. Aunque lo reintegró al cargo poco después, debido a la presión de su partido.
Después de eso, diferentes informes siguieron llegando a la oficina [de Netanyahu]. Entre esos informes había uno de la inteligencia, y ese informe, que [Netanyahu] devolvió a su autor como “poco creíble”, le fue reenviado dos veces con introducciones de otros oficiales.
También hubo 2 informes de la CIA y además un aviso de uno de sus amigos personales, el director del MEMRI[1]. Y, como si todo eso fuese poco, también hubo una llamada telefónica del jefe de la inteligencia egipcia[2].
Netanyahu no sólo no hizo nada sino que además actuó para facilitar el ataque: decidió desmovilizar a los guardafronteras, de manera que nadie pudo intervenir a tiempo cuando comenzó el ataque.
Fíjese que el papa Francisco hace la misma lectura que yo de los acontecimientos. En su mensaje de Navidad, el Santo Padre calificó, dos veces, la guerra en Gaza de «locura inexcusable». Pero poco después mencionó «el odioso ataque del 7 de octubre», lo cual significa que no pensaba que la guerra israelí fuese una respuesta a ese ataque. El Papa pidió entonces un cese de los combates y la solución de la cuestión palestina.
MB: ¿Habría entonces una fractura tan importante en el seno del poder israelí? ¿Qué objetivo tendría entonces el clan Netanyahu con esta operación?
TM: Durante los meses anteriores al ataque de la resistencia palestina, Israel vivió un golpe de Estado. Israel no tiene Constitución sino una serie de Leyes Fundamentales que rigen un equilibrio otorgando a la justicia la capacidad de neutralizar las rivalidades entre el gobierno y el parlamento.
Bajo la influencia del Law and Liberty Forum, financiado por el straussiano estadounidense Elliott Abrams, la comisión de leyes del parlamento de Israel, presidida por Simtcha Rothman –quien es también presidente del Law and Liberty Forum–, desorganizó las instituciones israelíes. Durante el verano [de 2023], fueron en aumento las manifestaciones multitudinarias. Sin tenerlas en cuenta, el equipo de Netanyahu modificó las reglas sobre la adopción de leyes, eliminó la cláusula de «razonabilidad» de las decisiones, reforzó el poder de nominación del primer ministro y debilitó el papel de los consejeros jurídicos de los ministerios. En definitiva, la Ley Fundamental sobre la Dignidad Humana y la Libertad se convirtió en un simple reglamento. El racismo se convirtió en una opinión como cualquier otra y los ultraortodoxos obtuvieron enormes subvenciones y diferentes privilegios.
Israel ya no es el mismo país que hace 6 meses.
MB: La sociedad civil israelí está dividida y parece exhausta. ¿Piensa usted que el modelo sionista ha muerto?
TM: El sionismo es una ideología de otro siglo. Es un nacionalismo judío al servicio del Imperio británico. Los judíos se opusieron al sionismo durante siglos, antes de que Theodor Hertzl lo convirtiera en el ideal de una minoría.
MB: La situación en Gaza se ha convertido en una depuración étnica. ¿Es el ejército de Israel capaz de tomar totalmente el control de ese territorio y de expulsar de allí a la población?
TM: La idea de una depuración étnica no es nueva. Tiene sus raíces en las posiciones del ucraniano Vladimir [Zeev] Jabotinsky, quien tiene como seguidores, en Israel, a Menahem Begin, Yitzhak Shamir y a la familia Netanyahu, y en Estados Unidos, a Leo Strauss y Elliott Abrams. Ese grupo de supremacistas judíos afirma que Palestina es «una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra». Según ese principio, los palestinos autóctonos ni siquiera existen. Tienen que irse o ser masacrados.
Ese grupo es, que yo sepa, el único en el mundo que preconiza el genocidio públicamente.
MB: Del lado de los palestinos, el Hamas también parece dividido entre dos tendencias antagonistas.
TM: El Hamas es la rama palestina de la Hermandad Musulmana. Su nombre es el acrónimo de «Movimiento de la Resistencia Islámica», que corresponde a la palabra árabe que significa “celo”. Su ideología no tiene nada que ver con la liberación de Palestina sino con el establecimiento de un califato. Su divisa es: «Dios es su objetivo, el Profeta es su modelo y el Corán su constitución. La Yihad es su camino y la muerte por el amor de Dios es el más elevado de sus deseos.» Desde su creación tuvo toda la ayuda de la familia Netanyahu, que lo veía como una alternativa frente al movimiento laico al-Fatah de Yaser Arafat. El príncipe de Gales y actual rey Carlos III fue uno de los protectores de la Hermandad Musulmana. Barack Obama metió un agente de la Hermandad Musulmana en el Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos. Un dirigente de esa cofradía fue incluso recibido en la Casa Blanca en junio de 2013.
Pero, ante el fracaso de la Hermandad Musulmana durante la llamada «primavera árabe», una facción del Hamas se distanció de la cofradía. O sea, ya no hay un solo Hamas sino dos. El Hamas histórico recibe órdenes de Mahmud Al-Zahar, el Guía de la Hermandad Musulmana en Gaza. Bajo sus órdenes están el millonario Khaled Mechaal, en Qatar, y Yahya Sinwar, en Gaza. La rama del Hamas que se ha unido a la resistencia palestina está encabezada por Khalil Hayya.
Los medios occidentales no hablan de esa división del Hamas, sólo la mencionan algunos medios árabes. En octubre de 2022, el presidente [sirio] Bachar al-Assad se reconcilió con Khalil Hayya, pero se negó a recibir a Khaled Mechaal. [Assad] considera, y yo también, que el primer ministro de Gaza, Ismail Haniyyeh, organizó el ataque contra la ciudad de refugiados palestinos en Siria, Yarmuk, en 2012. En aquel momento, hombres del Hamas y de al-Qaeda entraron en Yarmuk para eliminar a los «enemigos de Dios», actuando bajo las órdenes de oficiales del Mossad israelí, penetraron en casas de los cuadros del FPLP [Frente Popular de Liberación de Palestina] y los asesinaron. Un amigo mío fue asesinado. El presidente Bachar al-Assad acaba de pronunciar hace unos días un discurso en contra del Hamas histórico y a favor del que se ha unido a la resistencia palestina.
MB: ¿Qué representa para usted la auténtica resistencia palestina?
TM: La resistencia palestina no tiene nada que ver con el oscurantismo de la Hermandad Musulmana, ni con el oportunismo de los millonarios del Hamas. Es un movimiento de liberación nacional frente al colonialismo de los supremacistas judíos.
MB: ¿Puede usted hablarnos de la historia de la Hermandad Musulmana? ¿Esa sociedad secreta está tratando de volver a la palestra después de sus derrotas en Siria y en Egipto?
TM: La Hermandad Musulmana fue fundada, en 1928, por Hassan el-Banna, en Egipto. Una parte de mi último libro está dedicada a su historia internacional pero no he podido aclarar los apoyos que tuvo en sus inicios.
En todo caso, después de la Segunda Guerra Mundial [la Hermandad Musulmana] se convirtió en un instrumento del MI6 británico y posteriormente de la CIA estadounidense. Se dotó de un «Aparato Secreto» que se especializó en los asesinatos políticos en Egipto. Un francmasón egipcio, Sayyed Qutob, se convirtió en su teórico de la yihad. La organización de la Hermandad Musulmana fue copiada de la Gran Logia Unida de Inglaterra. La cofradía se extendió a Pakistán con el yerno de Al-Banna, Said Ramadán –el padre de Tariq Ramadan– y con el filósofo Sayyid Abul Ala Maududi.
Posteriormente, [Said] Ramadan se fue a trabajar para la CIA en Múnich, en Radio Free Europe, junto con el ucraniano Stepan Bandera, organizador de grandes masacres de judíos.
La Hermandad Musulmana inició su acción militar en los años 1960, durante la guerra de Yemen del Norte, contra los nacionalistas árabes de Gamal Abdel Nasser. Pero fue con Zbigniew Brzezinski[3] que la Hermandad Musulmana se convirtió en un actor indispensable de la estrategia de Estados Unidos en Afganistán. [Estados Unidos] puso en el poder en Pakistán la dictadura del general Zia-ul-Haq [miembro de la Hermandad Musulmana] y en Afganistán lanzó contra los soviéticos a los combatientes del millonario saudita Osama ben-Laden [otro miembro de la Hermandad Musulmana].
En aquella época, Arabia Saudita utilizaba la Liga Islámica Mundial para armar a la Hermandad Musulmana dedicándole un presupuesto superior al que asignaba al propio ejército saudita.
La Hermandad Musulmana trató, sin éxito, de tomar el poder en varios países, como en Siria durante la operación de Hama. Está implicada en la guerra de Bosnia Herzegovina, donde creó la Legión Árabe. Osama ben-Laden se convirtió en consejero militar del presidente [bosnio] Alija Izetbegovic, quien tenía como consejero diplomático al straussiano estadounidense Richard Perle y al francés Bernard-Henri Levy, como consejero en comunicación.
Pero la “gran obra” de la Hermandad Musulmana llegó con al-Qaeda y Daesh[4]. Esas organizaciones yihadistas, en todo comparables con el Hamas histórico, fueron utilizadas por la CIA y el Pentágono, principalmente en Argelia, en Irak, en Libia, en Siria, en Egipto y en Túnez, para destruir las capacidades de resistencia de los países árabes.
Francia, que había dado asilo a los dirigentes de la Hermandad Musulmana durante la guerra fría, los combatió después con la alianza entre Francois Mitterrand [5] y Charles Pasqua [6] [porque] se dio cuenta de que el Grupo Islámico Armado (GIA)[7] era una maniobra británica para sacarla del Magreb.
Pero hoy nadie entiende que la Hermandad Musulmana es sólo un instrumento para manipular a las masas. Nuestros dirigentes –desde [el presidente] Emmanuel Macron hasta [el opositor] Jean-Luc Melenchón– se dejan embaucar por su discurso, lo toman al pie de la letra y la tratan como una organización religiosa, lo que no es.
MB: El papel de Qatar es más que turbio. ¿Qué lugar ocupa en esta conspiración?
TM: Al principio, Qatar se posicionó como una potencia neutral, aportando sus buenos oficios. Pero muchos se inquietaron porque alberga la rama política del Hamas, porque algunos [dirigentes del Hamas que viven en Qatar] son amigos personales del emir y porque [Qatar] paga los funcionarios del Hamas en Gaza.
Qatar ha respondido que todo eso lo hace a pedido de Estados Unidos, como lo hizo antes con los talibanes.
En realidad, después de haber derrocado la dictadura de Mohamed Morsi [otro miembro de la Hermandad Musulmana], a pedido del pueblo egipcio –40 millones de egipcios salieron a las calles [pidiendo al ejército que derrocara a Morsi]–, Abdel Fattah al-Sissi [actual presidente de Egipto] informó a Arabia Saudita que la Hermandad Musulmana estaba preparando un golpe de Estado contra el rey Salman. Bruscamente, la cofradía, que tantas atenciones había recibido durante años, se convirtió en enemiga del reino [saudita]. Qatar asumió entonces públicamente su papel de padrino del islamismo mientras que el príncipe heredero [saudita] MBS trata de abrir su país.
Cuando Donald Trump pronunció en Riad su discurso contra el terrorismo, en 2017, Arabia Saudita exigió a Qatar que pusiera fin inmediatamente a sus relaciones con la Hermandad Musulmana y con las milicias de esa cofradía, al-Qaeda y Daesh. Esa fue la razón de la crisis del Golfo.
Las cosas se hicieron más claras hace poco. El emir [de Qatar] Al-Thani envió una de sus ministras, Lolwah Al-Khater, a Tel Aviv. La ministro qatarí se reunió con el gabinete de guerra israelí para allanar dificultades sobre el acuerdo para la liberación de los rehenes. Pero no entendió que en el gabinete de guerra había políticos contrarios a la dictadura de Benyamin Netanyahu –como el general Benny Gantz– y se mostró como lo que realmente es: no como una negociadora neutral sino como una autoridad capaz de tomar decisiones en nombre del Hamas. Es por eso que Joshua Zarka, el vicedirector general de Asuntos Estratégicos del ministerio de Exteriores [de Israel], declaró después de la reunión que Israel «ajustará cuentas con Qatar» cuando ese país haya terminado su papel como mediador.
En el gabinete de guerra, los adversarios de Netanyahu han comenzado a preguntarse si todo esto, el golpe de Estado del verano y el ataque del 7 de octubre, ha sido orquestado por la administración Biden.
MB: Entonces, Estados Unidos estaría detrás de todo. ¿Cuál sería la estrategia de Biden en la región?
TM: Joe Biden no tiene pleno uso de sus facultades. En Estados Unidos hay incluso un programa de televisión semanal dedicado a sus problemas de salud y sus “ausencias” intelectuales. A la sombra de Biden, un pequeño grupo ha retomado la estrategia de George W. Bush y de Barack Obama: destruir las estructuras políticas del «Medio Oriente ampliado», exceptuando las de Israel.
Eso es lo que está sucediendo en Libia, en Sudán, en Gaza y lo que todavía sucede en Yemen.
La administración Biden dice querer el cese de la masacre en Gaza, pero mantiene el suministro de obuses y de bombas que permite continuar la masacre. Dice querer mantener la libre navegación en el Mar Rojo, pero forma una coalición internacional contra Ansar Allah, movimiento al que califica engañosamente de antisemita. Washington acaba de forzar la suspensión de la firma del tratado de paz para Yemen, que iba a firmarse bajo los auspicios de la ONU. De hecho, Washington reactiva una guerra que ya había terminado.
MB: Ante todo este caos, ¿cuál sería el balance de Trump en la geopolítica del Medio Oriente? ¿Podría su regreso aportar otra vía para salir del conflicto?
TM: Donald Trump es un ovni político. Se inspira en el ejemplo del expresidente [estadounidense] Andrew Jackson (1829-1837) y no tiene ninguna relación con las ideologías de los partidos republicano y demócrata. Su primera decisión, cuando llegó a la Casa Blanca, fue sacar al director de la CIA del Consejo de Seguridad Nacional. Eso provocó sus primeros problemas y fue causa de la renuncia forzosa del general Mike Flynn.
Donald Trump quería resolver los problemas internacionales no por las armas sino mediante el comercio. Eso puede considerarse una ilusión pero [Trump] es el único presidente estadounidense que nunca inició una guerra. Interrumpió bruscamente el uso de intermediarios terroristas por parte de Washington, principalmente de al-Qaeda y Daesh. Cuestionó el papel de la OTAN, una alianza militar, que según palabras de su primer secretario general tiene como objetivo «Mantener a los estadounidenses dentro, a los rusos afuera y a los alemanes bajo tutela».
Si estuviese en el poder, [Trump] ayudaría la mayoría de los ciudadanos israelíes a deshacerse de los sionistas revisionistas, o sea del grupo de Benyamin Netanyahu. [Trump] continuaría la aplicación de los Acuerdos de Abraham y pondría fin al apoyo occidental a la Hermandad Musulmana; ayudaría la mayoría de los ucranianos a deshacerse de Volodimir Zelenski y haría la paz con Rusia, etc.
Pero Donald Trump no ha sido electo aún y el equipo en el poder trata actualmente de obligarlo a renunciar a su programa para poder llegar a la Casa Blanca.
MB: Al final, ¿el Occidente representado por el eje americano-sionista está condenado a morir?
TM: Usted califica de «americano-sionista» el grupo que dirige actualmente el Occidente político. Es una manera de ver las cosas. Yo pienso, sin embargo, que ese grupo no está vinculado a un Estado. Esa gente está en el poder en Estados Unidos y en Israel, pero podrían estar en otra parte. Dicen defender el nacionalismo judío, pero no son nacionalistas. Son supremacistas, rechazan la igualdad entre las personas y consideran insignificante el hecho de masacrar humanos masivamente. Para ellos, «para hacer la tortilla hay que romper los huevos».
Esa es la manera de pensar que llevó a la Segunda Guerra Mundial, con sus gigantescas masacres de civiles.
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