Encuentro con las comunidades indígenas Mbyá Guaraní de Itapúa

21 de Enero de 2024

[Por: Pa’i Juan Quinto]




MAMÓRUPIPA JAGUATA

POR DONDE ESTAMOS CAMINADO

 

A más de 350 kilómetros de Asunción,
entre grandes cultivos de agricultura extensiva,
se encuentran varias las comunidades Mbya  guaraní que quierenpreservar su TEKO, su
cultura, sus formas de vida, su idioma y su
espiritualidad. Así lo mencionan en el acta
de fundación de la asociación el 02-03-1996
Los Mbya, priorizan su espiritualidad por encima de cualquier otra cosa. 

 

“MBÁ E PU PORÄ 

EL BUEN SONIDO DEL TAKUAPU

 

Sus rituales reúnen a los miembros de la comunidad en una ronda, mientras entonan un canto y danzan al ritmo de la guitarra y del violín. Con la atenta presencia de los Opyguas (Celebrantes) los Mburuvicha (Lideres), los Yvyraicha (los aspirantes a Opyguas) quienes acompañan con las maracas, mientras que las mujeres golpean sus cañas takuapu”, nombre compuesto por “takua” (caña), y “pu” (sonoridad).
El nombre que eligieron para su asociación de las 11 comunidades Mbya es justamente “MBÁ E PU PORÄ. Este “buen sonido” del baile-oración del Tangarä, que en sus encuentros, es la base principal para bendecir cada día el don de la vida. El Tangará”, entonces, no es considerando por ellos como un simple baile, o un atractivo turístico, sino como una oración ritual que marca los momentos importantes de la comunidad.

 

ÑANDE ROPEGUA, ÑANDE ATY

LOS DE CASA HACEMOS NUESTRA ASAMBLEA

 

Desde el 19 al 21 de diciembre de 2023, estas comunidades Mbya de Itapúa hicieron su asamblea (Aty) invitando a los amigos de la Comunidad y Desarrollo Sustentable, CODES, liderado por Alfonzo Olmedo y la Asociación “Oñoirü”, productores de yerba mate orgánico, de la zona.
Fue un encuentro muy íntimo, de viejos amigos, que hizo presente también los lideres que han pasado a otros horizontes. Así se les rindió un homenaje especial visitando la tumba del cacique Antonio Duarte de la comunidad Potrero Guaraní, comunidad que hospedó esta asamblea. El túmulo de tierra roja de Antonio Cuarte al margen de la foresta ya amenazada por los extensos cultivos de soja, recibió el homenaje de los visitantes junto a toda su familia, y las mujeres haciendo humo de bendición con su pipa ritual. 

 

ÑANDE REKOHA

NUESTRO ESPACIO VITAL

 

El compromiso asumido por todos es claro: reafirmar su relación estrecha y armónica con su tierra y su cultura. Regularizar las tierras que aún están pendientes de títulos de propiedad de los 2.900 hectáreas que poseen, faltan 1.200 hectáreas a resolver.
Esto es algo fundamental en la construcción de su identidad, su Teko, que se realiza en su propio “espacio vital” (Tekoha), y sin el cual tampoco hay Vida, ”Tekoha yre, ndaipori teko”.
Casi todas las comunidades tienen problemas con la tenencia de sus tierras. Las causas son muchas: el alquiler de las tierras y la apropiación indebida por parte de grandes empresarios, la invasión por parte de particulares, o préstamos de tierras a terceros, son solo algunos de sus problemas analizados. Y justamente la pérdida o la falta de control sobre sus territorios y recursos naturales están íntimamente
ligada a la situación de pobreza y
pobreza extrema que viven. Durante
nuestra visita llegamos a la comunidad
Kambay, cerca de Trinidad, una de las
comunidades más pobres y con más
criaturas. Dejamos víveres y ropa
para que el cacique Felix repartiera
según la necesidad de cada familia.

 

JEROVIA RAPE

CAMINO DE ESPERANZA

 

La visita obtuvo una buena acogida por parte de las comunidades participantes, que solicitaron incorporar iniciativas innovadoras para la gestión de los recursos naturales en sus territorios.

 

A partir de ahí, los jóvenes líderes Mbya guaraní entendieron que incorporar tecnología los ayudaría a proteger las tierras que en el pasado fueron ocupadas por campesinos o empresarios, a gran escala.

Durante el Aty (Asamblea) en la hermosa sombra de una arbolada, cuando todos los participantes nos sentamos vimos que dos jóvenes seguían de pie para empezar a rondar vigilantes alrededor del círculo de los participantes, con un arma en la mano, “No son armas de verdad”, me dijo la directora de la escuela Mbya de Potrdro guaraní. “Son armas rituales para tener alejados los malos espíritu de nuestra asamblea”. Los dos guardas rituales daban ordenes con señas a algunos niños “subalternos” para alejar con sus látigos cualquiera intromisión (de perros o gallinas) al círculo del Aty, o para ofrecer agua para el tereré de los participantes.

 

Pienso que ese servicio de los más jovencitos de la comunidad haya beneficiado la reunión marcada por el buen espíritu.

 

Los caciques emprendieron un buen “camino de esperanza” (Jerovia Rape). Cada uno de ellos, desde su comunidad, buscará dar batalla contra la desigualdad, la discriminación y la pobreza. Y si bien hoy están sufriendo el avasallamiento territorial, ellos están dispuestos a hacerle frente para defender sus tierras y enseñar a todos que el derecho a la propia identidad (su Teko), no se negocia, ni tiene fecha de caducidad.

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