Amós, un profeta

09 de Diciembre de 2023

[Por: Eduardo de la Serna]




El rey Jeroboam II gobernaba en la ciudad de Samaría, pero – como la mayoría de los reyes antiguos – tenía un Santuario (o varios), con sus sacerdotes, y su culto que garantizaban – de parte de Dios – la estabilidad del gobierno y del país. En el Templo, que queda, en este caso, en Bet-el (poco menos de 40 kms. de la ciudad capital), los sacrificios que se ofrecen por el rey, las ofrendas, y las voces que se alzan bendiciendo al soberano, garantizan divinamente la estabilidad y el orden. El sacerdote principal, Amasías, es el garante del orden, y se comunica frecuentemente con el rey. Estamos aproximadamente en el año 750 antes de Cristo... 

 

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