Y volverás a levantarte (comentario de un libro)

02 de Diciembre de 2023

[Por: Armando Raffo]




“Me atrevo a preguntar: ¿quizás Dios no elige a Abel, sino que quiere impulsar a Caín a que mejore y se supere?” 

 

El rabino y psicólogo argentino, Josef Kleiner, escribió un libro: “Y Volverás a levantarte” (Ediciones Obelisco, 2022), desde una mirada muy original con respecto a la “historia” de Caín y Abel que relata el libro del Génesis. Para sorpresa de cuantos hemos leído el texto subrayando la maldad de Caín y la nefasta historia que a partir de ello se generó, Kleiner ofrece otra mirada en la que el fratricida queda bien parado. 

 

Defiende a Caín con argumentos varios que, aparentemente, serían de peso, pero que no terminan de respetar el sentido original y evidente del relato. Ya en el prólogo nos encontramos con afirmaciones que nos sorprenden y desconciertan tales como: “… ¿quizás Dios no elige a Abel, sino que quiere impulsar a Caín a que mejore y se supere?” (p.12) y, poco después, dice que hemos de descubrir que el texto se orienta a descubrir un sentido muy diferente al que estamos acostumbrados para afirmar que la historia apunta a subrayar “la posibilidad de cambio, riqueza de gamas entre los extremos, complejidad de sentimientos y reacciones.” (p.16) 

 

El rabino va más allá cuando afirma que hay una variedad de interpretaciones posibles sobre el nombre: “Abel” tales como “hálito”, “vano” o “vanidad”. Según Kleiner, esas alusiones reflejarían falta de solidez o la vacuidad que encarnaría Abel. Incluso llega a subrayar su nombre quiere decir “hálito” como algo que se pierde sin ser visto, lo vacío y vano. Ahondando en la etimología de las palabras llega a afirmar que: “¡El malvado asesino se llama “forjador”, mientras que el justo y víctima es llamado “vano”! (p.49) 

 

Sabemos que el nombre Abel significa “hálito”, “soplo efímero”, “fragilidad” y, también, “pastor”. Normalmente hemos entendido el asesinato de Abel por parte de Caín como el origen de todo acto fratricida, como el “principio” de toda distancia, agresión y negación del prójimo. Aunque el pastor Kleiner se aboque a subrayar otros matices con miras a desvelar la presencia de Dios en relación al mundo agrícola, es claro que no se puede desconocer el fratricidio cometido por Caín. Además, importa recordar que el Génesis es el libro de los “principios”, que es lo mismo que decir que se refiere a los dinamismos que rigen siempre.  

 

Parece evidente que el texto que se halla en el libro de los “principios -génesis”, alude a una tendencia heredada por el pecado original que mira al otro como un adversario y no como un hermano. ¿Hemos de pensar que Dios creó a Abel -soplo efímero- para resaltar las virtudes de Caín? o, más bien, que procura advertir sobre un dinamismo que subrayaría la competencia entre los seres humanos y no la comunión que nos sostiene como seres humanos.  

 

Kleiner hace un esfuerzo por interpretar el texto a partir de los oficios que realizaban uno y otro. Destaca el oficio de Caín como labrador por sobre el de Abel que era pastor. Para ello se remonta a los primeros capítulos del Génesis para destacar que los seres humanos de aquellas épocas debían trabajar la tierra para alimentarse y tendrían vedado el consumo animal porque el “cuero no estaba al alcance del ser humano, ya que Adán y Eva sólo atinan a cubrirse con plantas, y no es sino Dios quién les otorga vestimentas de origen animal.” (p. 59) Después cierra el capítulo V de su libro diciendo que: “… según el análisis que hemos hecho hasta hora y uniendo todos estos puntos, podemos concluir por ahora que Caín es quien sigue aquello que Dios ordenó, ocupándose del trabajo de la tierra, mientras que Abel se dedica a algo que, en principio, le está vedado al ser humano...”  (p.62)  

 

El pastor insiste en su postura al decir que: “El producto de Abel, en gran medida, no depende de su esfuerzo personal. Abel no porta una ofrenda del fruto de su esfuerzo, sino más bien del fruto del trabajo del ganado.” (p.67) Así mismo, va a subrayar que la agricultura asienta a las personas en un lugar y que el crecimiento de los frutos dependen de la providencia de Dios, quién, en último término es el que hace crecer. El ganado que Abel pudiera tener no se debe al esfuerzo de Abel “sino más bien de la elección de comida de los animales mismos.” (p.67) 

 

Aunque los argumentos de Kleiner parecen orientarnos hacia una interpretación diferente a la que estamos acostumbrados, esconden un principio interpretativo que no es de recibo. Procurando “defender” a Caín, se remonta al relato de la creación donde se afirma que: “Vean que les he dado toda hierba de semilla que existe sobre la haz de toda la tierra, así como todo árbol que lleva fruto de semilla; para ustedes será de alimento.” (Gn. 1,29) Como no hace alusión alguna a los animales, da por sentado que el alimento para los seres humanos habría de provenir del mundo vegetal y no del animal. Se estaría subrayando la dependencia de Dios que hace crecer los distintos vegetales sin que sepamos bien cómo. Las plantas serían vistas como más pasivas y dependientes del mismo Dios que los animales que tienen que procurarse por ellos mismos el alimento para subsistir.  

 

Siguiendo esa línea de interpretación, afirma que: “Abel es quien no hace caso a la orden divina de ocuparse de la tierra; es él quien escoge una labor que no implica tener en cuenta la presencia y el poder de Dios en el éxito de la tarea. De Caín era esperable, dada su especial relación para con Dios, que pensara en ofrecer parte del producto (del éxito de la labor) a Quién se lo facilitó. Abel imita a Caín.” (cfr. p.81) Admitiendo que el libro del Genesis afirma que Dios nos ha dado “toda hierba de semilla que existe sobre la haz de toda la tierra, así como todo árbol que lleva fruto de semilla; para ustedes será de alimento.” (Gn. 1,29) y afirma inmediatamente después que “toda la hierba verde les doy por alimento” refiriéndose a los animales. 

 

El segundo relato de la creación, que es el más antiguo, también hace referencia a los vegetales como el alimento que les ofrece Dios cuando afirma que: “Yahvéh hizo brotar del suelo toda clase de árboles deleitosos a la vista y buenos para comer...” (Gn.2,9) Aunque es evidente que Kleiner procura defender a Caín como quién verdaderamente obedeció a Dios en lo que respecta al alimento, no parece de recibo que ello explique ni justifique el asesinato de su hermano. Cabe recordar, también, que el fratricidio ocurre inmediatamente después del relalto de la creación. 

 

Aunque parece claro que el texto tiende a subrayar la relación con Dios desde el mundo de los vegetales y no de los animales, ello no tendría por qué vetar el alimento carnívoro. Si bien es cierto que el cultivo de los vegetales favorece el asentamiento y promueve el abandono de la vida nómade, ello no implica la prohibición de comer animales. Además, no se puede negar que el texto del Génesis afirma que “Yahveh miró propicio a Abel y su oblación y que no miró propicio a Caín y su oblación ...” (Gn.4,4) Todo parece indicar que esa diferencia alude a la actitud de cada uno de ellos y no a lo que ofrecían como alimento. Además sabemos que muchas culturas primitivas asaban animales como una forma de adorar a Dios. 

 

Resumiendo, podemos decir que los textos del Génesis hacen referencia a los vegetales como el alimento normal de los seres humanos en algún tiempo específico y vinculado al momento de la redacción. Podemos suponer que la carne no fuese considerado un alimento adecuado por los motivos que fueren o que, simplemente, el texto quiera resaltar el misterio silencioso del crecimiento de los vegetales para indicar la presencia y la acción de Dios en nuestras vidas.  Pero esto no justifica, a nuestro juicio, el fratricidio.

 

Imagen: https://www.shutterstock.com/image-photo/portrait-mexican-farmer-cultivating-amaranth-260nw-1802115904.jpg 

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