08 de Octubre de 2023
[Por: Eduardo de la Serna]
Quiero empezar esta nota con una anécdota. En el año 1987 hubo en Buenos Aires una “semana del cine francés”. Y, en esa semana, se producía el pre-estreno de Thérèse, de Alain Cavalier. Venía precedida de buenos comentarios, así que allí fui. En el cine encontré a varios y varias amigos y amigas a su vez amigos de Teresa. Una película de este tipo me gusta verla solo, así que me aislé. Al terminar la película yo seguía allí sentado; quería que lo que había visto cayera profundamente. Como no salía de la sala, uno de mis amigos fue a buscarme. La película no le (o les) había gustado ni un poco y pensaba(n) que yo estaría indignado masticando bronca, dolido (por Teresa). Cuando se acerca a mi asiento y me llama, lo eché, ¡Salí! ¡Salí! Más convencido(s) quedaron de mi estado de molestia… Rato después salgo del cine. Allí estaban algunos y algunas esperando mi comentario (seguramente furioso). Y yo espeté un ¡qué maravilla! Creo que no me entendieron. Después charlamos…
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