Jesús ayuda a conectar con lo que bulle en las entrañas

11 de Agosto de 2023

[Por: Armando Raffo, SJ]




“¿Qué salieron a ver en el desierto? ¿Una caña agitada por el viento? ¿Qué salieron a ver, si no?” (Mt. 11,7) Las preguntas que Jesús hace a los discípulos del bautista, aunque parecen contener un aire ácido o en tono de reproche, en realidad procuran ser un camino que les lleve a tomar conciencia de la búsqueda que movía sus corazones. 

 

Cabe recordar que Juan Bautista estaba propiciando una nueva entrada a la tierra prometida; no ya, para tomar posesión de ese territorio que, de hecho, ya habitaban, sino para convocar al pueblo a que entrara de “otra manera”, con otros objetivos. En efecto, quienes se sentían movidos por la vida y la palabra del bautista, eran invitados a bautizase en el Jordán para simbolizar que debían entrar a la tierra prometida para llevar una vida diferente. Se trataba de ir tras la fe originaria del pueblo judío. Así como el pueblo alentado por Moisés llegó a cruzar el río para ir tras la tierra prometida, Juan invitaba a entrar en ella para renovar la fe del pueblo. Se trataba, pues, de significar una conversión que se apoyara en el sueño que había movilizado la esperanza alumbrada por Noé, que retomó Abraham y, después, Juan el bautista. 

 

Las preguntas de Jesús, que recoge el evangelio de Mateo están dirigidas a los seguidores de Juan el bautista que ya estaba preso. En ese contexto Jesús hace las preguntas que recoge el título de esta reflexión. Lo que a primera vista parece una reprimenda, no lo es. Muy por el contrario, Jesús procuró que aquellos fieles descubrieran y asumieran la inquietud que bullía en sus entrañas. No se trataba de algo extraño puesto que aquel sitio atestado de cañas agitadas por el viento, era el lugar a través del cual el pueblo que había peregrinado por el desierto cuando entró en lo que sería la tierra prometida.

 

Se trataba, en realidad, de un llamado a asumir la misión que les cabía y que ellos debían asumir; una luz que les ayudaría a reconocer la entidad del deseo que los había llevado a seguir a su maestro. No debían claudicar en su empeño ni quedarse añorando las cebollas de Egipto. Jesús, a través de las preguntas señaladas, les ayuda a reconocer el motivo profundo que les impulsaba a ellos mismos. No se trataba, simplemente, de seguir a un líder carismático, sino de que asumieran los deseos que a ellos les movían. Con las preguntas aludidas, Jesús los lleva a vislumbrar el proyecto que animaba al propio Juan con el propósito de que todos sus seguidores lo asumieran como propio. 

 

Las preguntas de Jesús pueden ser entendidas como un desafío a asumir la vocación que corría por las entrañas de los discípulos de Juan y que latía de forma un tanto larvada en el corazón del pueblo en general. Las preguntas de Jesús pueden ser catalogadas como un desafío mayéutico, es decir, con el propósito de que asumieran las inquietudes y valores que los habían llevado hasta el propio Juan. 

 

Las preguntas de Jesús no eran retóricas sino un llamado potente a que los discípulos del bautista fuesen honestos consigo mismos y con Dios. Jesús les estaba ayudando, de esa manera, a que asumieran la misión que les cabía, no en forma vicaria, sino como un desafío a que latía en ellos mismos y que fue, en última instancia, lo que los había llevado a unirse al grupo de Juan. Ya no se trataba, pues, de seguir a Juan sino de asumir su inquietud como algo propio, como una realidad que no era impuesta por nada ni por nadie, sino que cada uno de ellos debían asumir. Jesús no hizo otra cosa que invitarles a ser fieles al camino que habían comenzado con Juan. 

 

Es evidente, pues, que Jesús no aprovecha la ocasión del cautiverio de Juan para convocar a los discípulos del bautista. Jesús no utiliza la circunstancia para reclutar seguidores, sino que les impulsa a ser fieles a la misión que su líder, ya preso, quiso promover. La fidelidad de Juan y sus discípulos al camino que se estaba abriendo, sería el mejor caldo de cultivo para que se unieran al grupo de Jesús en el tiempo oportuno. De hecho, muy pronto vemos que Juan invita a dos de sus discípulos a unirse al grupo de los convocados por Jesús. Es más, cuando ellos se acercan al maestro, él les pregunta: ¿qué buscan?  (Jn. 1,38).

 

Intuimos, otra vez, la importancia que daba Jesús a que asumieran con lucidez el paso que estaban por dar. No se trataba de tener más o menos seguidores o de encolumnarse detrás de un líder popular; se trataba de ayudarles a percibir y asumir la hondura y la pertinencia del deseo que antes ya les había puesto en camino. Primero, detrás de Juan y después, detrás de Jesús, como quién representaba en forma llamativa los anhelos que a todos habían desinstalado. 

 

No se trataba, pues, de estar en un grupo o en otro, sino de acoger el anhelo que tanto Juan como Jesús representaban. No desconociendo las diferencias que podríamos señalar entre uno y otro, es claro que había un punto de comunión entre ellos. Jesús les ayuda a ser conscientes de esa profunda sintonía que, con las diferencias que hoy nosotros podríamos señalar, llevaron a que lo seguidores de Juan siguieran a Jesús más temprano que tarde ya como el mesías que todos esperaban.  

 

Imagen: https://www.primeroscristianos.com/relacion-existio-san-juan-bautista-jesus/ 

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