23 de Junio de 2023
[Por: Francisco Bosch | CEBs Continental]
Tres búsquedas para ser como los mangos
Entre la mística de la tierra que generó el equipo itinerante de la Amazonía y la mística del rio que se trabajará mañana, la celebración del segundo día de encuentro de Amerindia trabajó desde la tensión del cemento. Desde Manuas, grande ciudad dentro de la grande selva, se planteó la necesidad de celebrar las contradicciones para construir las utopías.
Topos de la Utopía en tiempos de turbulencia de NuestrÁmerica
Una celebración en tres búsquedas, que tomó por partes el titulo del encuentro. De esa forma, se hizo memoria agradecida de Diego Irarrazaval, hermano que soñó y trabajó durante meses por el encuentro, y que ahora se encuentra en rehabilitación de su salud, volviendo a caminar.
Primer búsqueda: asumir la primera persona
La invitación inicial fue a caminar debajo de los grandes palos de mango, de a dos personas, con la pregunta: ¿que historia me trajo hasta aquí? ¿Qué abrazo?
Asumir la voz del testigo, la primera persona, la voz del cronista, es asumir un tiempo y un calendario.
A decir del titulo del encuentro, es pararnos en tiempos turbulentos y llamar a este territorio NuestrAmérica.
La historia que compartí, donde nació el proyecto de hacer teología desde las voces de las comunidades de base del continente, sirvió para tejer las historias intimas de cada unx:
Era septiembre. El cáncer se acababa de comer a mi tío Gabriel, en menos de un año. Era el hermano menor de mamá. Recuerdo que al volver de Bariloche, tenia la invitación de Socorro Martines para participar el encuentro continental de Cebs en Paraguay. Yo venia del sur, del frio y de la despedida. Pero los encuentros hacen su trabajo.
Una caminata a la sombra de unos palos de mango en el calor de Luque. Era la caminata de rutina de Soco, pero con el tiempo se convertiría en la pista de despegue de todo un sueño. Platicamos durante una hora sobre cómo hacer teología desde las voces de las comunidades. No recuerdo silencios en esa charla. El cómo, el método, sigue siendo la obsesión de ese camino de ‘hermanxs escuchadorxs y comunidades palabreras’.
La dulzura del mango sello el encuentro: realizar talleres en las comunidades, aprender a hacer esa teología escuchando a lxs de abajo.
Lejos del nombre, lejos de las voces que nos transformarían, nacía el plan y el camino. Fue el primer día.
Del año 2016 hasta el 2013, el crecimiento de esta metodología narrativa en la teología de la liberación.
Segunda búsqueda: apuntar la segunda
Con todo el grupo, luego de que sus charlas queden en la intimidad de su caminata bajo los mangos de Manaus, hicimos una nueva búsqueda. Se trata de escribir una carta, a la nueva generación o a lxs que nos precedieron. Agradecer, desear e interpelar a ese otro, a ese tu.
Luego de un minuto de silencio, varios leyeron en voz alta esa carta para destinatario abierto.
Al cerrar ese momento, compartimos la carta de amor de Jon Sobrino para Ellacuría, su hermano y nuestro mártir académico. Desde el jardín de rosas hasta Manuas vibro la pregunta por el ‘siempre’ signo de los tiempos:
Querido Ellacu: Es una ficción escribirte, pero quizás de este modo nos digamos a nosotros mismos cosas que pueden ser importantes. Y con ello también quisiera ambientar un poco el aniversario de tu martirio. Te voy a hablar de tres cosas de actualidad, tal como las veo, que tienen ver con lo que tú fuiste y dijiste.
El “siempre” del pueblo crucificado. Ya no se habla mucho de “pueblos crucificados” como lo hiciste tú y Monseñor Romero, llegando a esa genial formulación, creo que independientemente el un del otro, y guiados del mismo espíritu salvadoreño y cristiano. Y menos aún se insiste en que ese pueblo crucificado es “siempre” el signo de los tiempos, como lo escribiste en el exilio de Madrid. La razón para ese silencio no es que vuelva a estar en voga el pensamiento utópico de Ernst Bloch, filósofo, o de Teilhard de Chardin, teólogo.
Y el mundo no está mejorando, sino que sigue gravemente enfermo, como dijiste en tu último discurso. Lo que ha empeorado es la honradez con lo real, y el “siempre” no es políticamente correcto. (…)
Ellacu, ya ves que, en medio de muchos males y a pesar de todo, estamos contentos. Ustedes, Julia Elba y Celina, Jon Cortina y el padre Ibisate, ahora nuestro querido Dean Brackley, han estado con nosotros. Y con ustedes Dios ha estado con nosotros. No se puede pedir más.
Un abrazo, Jon
27 de octubre, 2011
Tercera búsqueda: los nombres de nuestro cielo
Recordamos a Victor Codina. Hermanos y compañero de los amerindios. Con él, intentamos conectar con la tercera persona, esa que abre al nosotros, a la posibilidad de ser cuerpo, de construir una asamblea llena de voces, polifónica y hasta cacofónica.
Desde ese narrador en tercera persona, que la comunidad lucana construyó y nos regaló la doble alegría del alma, de al comunidad y Jesus, frente a la revelación que sopla desde abajo:
17 Los setenta y dos volvieron y le dijeron llenos de gozo: «Señor, hasta los demonios se nos someten en tu Nombre».
18 El les dijo: «Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo.
19 Les he dado poder de caminar sobre serpientes y escorpiones y para vencer todas las fuerzas del enemigo; y nada podrá dañarlos.
20 No se alegren, sin embargo, de que los espíritus se les sometan; alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en el cielo».
21 En aquel momento Jesús se estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y dijo: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido.
22 Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre, como nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar».
23 Después, volviéndose hacia sus discípulos, Jesús les dijo a ellos solos: «¡Felices los ojos que ven lo que ustedes ven!
24 ¡Les aseguro que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron!».
Lc 10, 17-24
Al final miramos un mango, colocado en el centro del altar. El omnipresente mango, nos recuerda la sabiduría de la reproducción de las semillas: evolucionado el helecho, complejizada la dinámica sexual del maíz y sus estilos, llegamos al mango, fruto maduro que guarda dentro la semilla, para asegurar la vida venidera, para favorecer la reproducción, para luchar en su contexto con la muerte y asegurar la sobre-vida. Al final, se trata de ser como el mango que contiene toda la inteligencia de sus raíces y todo la potencia del futuro.
Para terminar, ‘con el corazón lleno de nombres’, cantamos juntxs:
-
Líbranos de aquel que nos domina
En la miseria
Tráenos tu reino de justicia
E igualdad
Sopla como el viento la flor de la quebrada
Limpia como el fuego el cañón de mi fusil
Hágase por fin la voluntad aquí en la tierra
Danos tu fuerza y tu valor al combatir
Sopla como el viento la flor de la quebrada
Limpia como el fuego el cañón de mi fusil
Levántate y mírate las manos
Para crecer, estréchala a tu hermano
Juntos iremos unidos en la sangre
Ahora y en la hora de nuestra muerte
Amén
Fran Bosch
Cebs continental
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