22 de Junio de 2023
[Por: Óscar Elizalde Prada]
7:50 a.m. Bajo 28ºC de temperatura inicia la mañana en Manaus. Más de medio centenar de miembros de Amerindia, una red de católicos vinculados a la tradición latinoamericana y caribeña de la “opción por los pobres”, nos congregamos a las puertas del Centro de Capacitación Laura Vicuña, para celebrar la mística amazónica que marca el inicio del Encuentro Continental de Amerindia.
Habíamos llegado de distintos países —más de una docena— durante el día y la noche anterior. Y allí estábamos, como hermanos y hermanas de camino, dándonos los abrazos que nos debíamos durante la prolongada pandemia, cuando nos reuníamos por zoom para mantener la “caminhada” de una Iglesia liberadora, en salida, con rostro propio, comprometida con los más vulnerables de la sociedad.
Antes de iniciar la mística —o el momento de espiritualidad—, algunos integrantes de los pueblos originarios de esta región Amazónica nos ayudan despojándonos de nuestras “caras pálidas” y dibujan en nuestros rostros los símbolos y los colores rojizos de esta “Tierra sagrada”.
Fuimos invitados a caminar hacia la periferia de la casa que nos acoge —un movimiento que siempre evoca la invitación del Papa Francisco de “ir hacia las periferias geográficas y existenciales”—. En el camino fuimos observando algunos lienzos con rostros y frases de varios testigos que la opción por los pobres que han trascendido en el continente, en Brasil, y, sobre todo, en la Amazonía.
Al llegar a un espacio “a cielo abierto”, nos congregamos en un círculo bajo frondosos árboles, y contemplamos los símbolos que estaban dispuestos en el centro, sobre el suelo, a manera de altar. Nos quitamos los zapatos y las sandalias para “tocar la Tierra” que nos recibe. El “equipo itinerante de la Amazonía”, un grupo de misioneros y misioneras laicos y religiosos/as que desde hace 25 años navegan por los ríos y los territorios de esta vasta zona, animando a las comunidades y aprendiendo de ellas a ser Iglesia “con rostros y voces propias”, condujeron esta mística amazónica de inicio y, en los próximos días, nos seguirán acompañando en nuestro deseo de ser “topos de la utopía en tiempos de turbulencia de NuestrAmérica”, que es la razón principal de este encuentro.
En medio de la experiencia mística irrumpió el sonido de la motosierra y un breve representación de la persecución y la depredación que padecen las comunidades indígenas y la “Madre Tierra”. ¡Cómo no evocar la sangre derramada por los mártires y las mártires de la Amazonía! ¡Cómo no traer a nuestro corazón el dolor que nos causa la rampante deforestación de esta región, donde los intereses de una economía de mercado y del lucro siguen prevaleciendo y generando la cultura de la muerte y del descarte ampliamente denunciada por el Papa Francisco en su carta encíclica Laudato Si’, sobre el cuidado de la casa común!
“Y nosotros y nosotras, ante esta realidad tejida de comunión, pero también de rupturas y escombros, ¿dónde estamos?, ¿con quién estamos? y ¿cómo estamos?... ¿cuál es nuestra mirada y nuestra capacidad de escucha?, ¿estamos dispuestos a sentir?... ¿y la palabra nuestra está hablando?... ¿y nuestro silencio qué grita?”. Estas interpelaciones, de la comunidad itinerante, concluyeron con una afirmación o, quizás, una convicción: “la presencia vida de los ancestros, la fuerza de la comunidad, el grito que se hace danza, pan compartido y fiesta, todo esto mueve a nuestros pueblos en esta Tierra de resistencias”.
Concluimos nuestra celebración mística con una danza sagrada circular. En nuestro corazón meditábamos lo que estábamos viviendo, sensibilizados por las realidades que ya estamos palpando en el corazón de la Amazonía brasileña.
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