Palabras desde la canasta

11 de Junio de 2023

[Por: Comunidad Bendita Mezcla]




Crónica de cosechadorxs del festival Re-existe

 

Contar la densidad de cuatro días de encuentros, donde las escuchas, los talleres y festivales pusieron al centro las palabras de la periferia implica rumiar. Masticar y misticar. Volver a sentir y abrazar. Volver al espiral.

 

El taller festival Re-existe celebró los vientos de la Ruah, que a momentos fueron brisa, que a otros casi tifón. Pocas veces suceden cosas como estas: que orejas venidas de muchos países y de lugares que a veces llamamos importantes escuchen a quienes están en la lucha de sus rincones sin otra indicación más que escuchar. Escuchadores en el oficio, en el acto de reverenciar la historia otra. Escucha y pregunta, cruzaron el espacio en la universidad jesuita de Guadalajara, para tejer el encuentro y re-existir.

 

Día 1: Los despertares

 

Hay una ronda dentro de un campus que parece un bosque. Alrededor, la verdadera selva de cemento, la ciudad de Guadalajara. El festival teológico ‘Re-existe’ comienza en ronda, sobre el pasto, debajo de un enorme Jacaranda. Algunas flores violetas pueden verse entre el verde. 

 

La ronda de inicio es ritual, será la primera y será una constante: abrir y cerrar los días, para habitar la escucha de las mujeres y los hombres que luchan por la vida, que transforman el dolor en cuerpos colectivos. Cada día con sus voces, con sus cuerpos, con sus formas. 

 

Humo, bendición, fuego y copal. Cantoras alzan la voz para regalar cantos de comunidad. Dos lenguas que se quieren hermanar (inglés-español) haciéndose lugar para por la dermis entrar.

 

Ojos de Dios le dicen al tensar, lanas de colores que como puntos cardinales quieren su forma trenzar. Arma y desarma, amarra y desamarra, mezcla y combina, juego de algodón que como colchoncito hace reposar a las historias. 

 

La pregunta permanece, ¿Qué te sigue despertando? Del pasado al gerundio, para construir otro mañana. 

 

Día 2: la visitación

 

Un joven y un cronista nos reciben. Sí, así lo presentan, el palabrero de la comunidad es un hermano entrado en historias y calendarios, que narra, apasionado y atento, las historias de su pueblo. Viaja en el tiempo, realiza las elipsis más pulidas que haya escuchado: desde la resistencia Náhuatl en la Isla de Mezcala, hasta la lucha actual por el cerro frente a la comunidad, pasando por una organización ejidal que nunca pudo ser rota. No hay propiedad privada allí, mal le pese al capitalismo.

 

Al medio de la trama, una mini ronda con peques de pocos años. Ojos que bailan al ver a un chavo Tseltal que rapea sus presentes y hace breaking pa’ decirles que hay otros mundos, con otras historias. 

 

Una cárcel abandonada y un árbol enorme de amate coronan la escena: la honda como herramienta de lucha, la vida de un pueblo como hilo de oro que une toda la narración. La memoria, visitada en Mezcala. 

 

El lago de Chapala fue testigo: una vez, dos veces y mil veces, de la lucha de un pueblo. 

 

Dia 3: la cicatriz

 

Sanar desde el abrazo. La línea como forma de avance, de marcha en la historia. Allí, el vientre de Gabi marcado por el cáncer y la salud como encuentro con los que abrazan en vez de juzgar. 

 

Tallercitos para no morir. Manos que bordan, manos que escriben, manos que tatúan y manos que siembran memoria en cada pétalo…manos que buscan porque aman. 

 

Lxs festivalerxs de re-existe nos adentramos en el misterio de la herida y la cicatriz. Fue un día conmovedor, imposible mantenerse al margen. Desde Atenco hasta Chiapas, pasando por esa fosa a cielo abierto que es cada estado de México, reverenciamos la savia que nos ondula y nos sana. 

 

Dia 4: acuerparnos

 

Arte gráfica desde El Salvador, teatro desde Jalisco y hip hop en Tseltal. Colores, saberes y sabores que atravesaron los tres días. Al final, la figura que estuvo en el inicio de la vida: el espiral.

 

Del árbol de Jacaranda que nos cobijó en ronda hacia la semilla que estaba en el origen: todos fuimos ella. Cada una, todas una. Desde los Manglares hasta la selva que los jesuitas han construido en medio de Guadalajara. Una comunidad de festivalerxs, se agrupa, se acerca, se mira, se escucha y se toca para ser también comunidad de destino. 

 

Siete minutos de escucha, siete minutos de mirada y siete minutos de abrazo. Así se vivió el festival, como semilla de re-existencia, como cosecha de luchas y dolores, como canto de mariachis que irrumpen en la noche de nuestros pueblos.

 

Hay camino, hay comunidad, hay re-existencia juntxs. 

 

Equipo de Bendita Mezcla

Junio de 2023

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