El obstinado cuidado fraternal de la vida

28 de Mayo de 2023

[Por: Daniel Niño, FSC]




El viento es, normalmente la compresión e imagen básica del Espíritu, en cuanto es esa la traducción de la palabra hebrea (ruaj) y también griega (pneuma). Sin embargo, el Espíritu era igualmente representado en la cultura judía con agua y fuego. En árabe, por ejemplo, la palabra “bautismo” deriva del término “columna” pues de acuerdo a una antigua tradición, en el bautismo de Jesús, además de la paloma, habría aparecido una columna de fuego sobre las aguas del Jordán. Como fuere, lo cierto es que, al igual que el agua, el viento/aire y el fuego eran considerados fluidos, de ahí que se asumiera que estos tres elementos se asociaran al Espíritu.

 

Resulta difícil no vincular este conjunto con las ideas de los filósofos presocráticos, inicialmente en la escuela de Mileto, en torno al principio (arjé) de las cosas. Varios de ellos estimaron alternativamente que las cosas estaban hechas de uno de estos elementos. Tal vez a partir de ello habría que entender que justamente el origen y la esencia nuestra es el Espíritu. En efecto, ya desde el relato yahvista de la creación, se ha indicado que el hombre llega a ser viviente después de que se le ha insuflado el “soplo de vida”. Jesús recrea ahora esa misma escena tras su resurrección: el primer día de la semana, sopla sobre los discípulos y les dice “reciban el viento santo”. Es el soplo del resucitado, el Espíritu, el que nos hace vivientes, nos vuelve a la vida.

 

Ahora bien, tampoco pueden dejarse de lado esas representaciones del Espíritu, en tanto materialidad. Aire, agua y fuego son elementos de la naturaleza que sirven de manifestación del Espíritu. A este tenor cabe recordar el canto XXI de la Ilíada, donde justamente agua, viento y fuego intervienen, bajo la acción de los dioses, en medio de la batalla. Su incidencia no es menor, pues se muestra la capacidad destructiva y la fuerza de los tres elementos. Lejos de pretender equiparar la religión helénica con la tradición semita/cristiana, llama la atención en el relato que el río Janto interviene en la batalla para intentar detener la matanza provocada por Aquiles y, en el ataque, sus aguas agitadas arrastraron y arrojaron, primero a la orilla y luego a la llanura, los cadáveres de las víctimas de Aquiles. Viento y fuego secarán luego el lugar y quemarán los cuerpos. Son estos elementos, la naturaleza, los que ponen en evidencia y denuncian la inocultable violencia sanguinaria.

 

En una medida semejante, habría que entender que para los semitas el Espíritu se expresaba a través de estos elementos. Sin intenciones animistas, se entiende en ello que la naturaleza es expresión del Espíritu. De hecho, hoy más que nunca, nuestro hábitat pone en evidencia nuestra capacidad destructiva, la acumulación de nuestras violencias. También hoy arroja a la vista de todos los despojos de los desastres que provocamos y el resultado del menoscabo de la dignidad; escupe incluso los cadáveres, fruto vergonzoso de nuestra sed de riqueza y poder. Con Chomsky, habría que decir que frente a los riesgos a que hemos expuesto la vida y nuestra existencia, debemos “caminar hacia unas mayores cotas de libertad, justicia, democracia verdadera, cooperación y ayuda mutua en todas las esferas de la vida”.

 

Mientras el evangelio indica claramente, al reparar en las marcas de sus heridas, que el resucitado es el mismo crucificado, Jesús, víctima de la última violencia, no incita a la venganza ni replica la muerte. El suyo es un saludo de paz y su don es el soplo de vida. Con ello, el resucitado nos comunica una ingente e ineludible tarea: el cuidado fraternal de la vida. Ese es el irrevocable mandato que no debió nunca ser aplazado y que la realidad impone hoy con radical dureza. En lugar de exigir y defender tozudamente nuestras individualidades, hemos de empecinarnos en movilizarnos y actuar juntos en favor condiciones para una vida digna para todos, el mayor bien común: esa es la evidencia de la vida en el Espíritu y el testimonio de nuestra propia resurrección en Jesús.

 

Imagen: https://www.anahuac.mx/mexico/noticias/Fiesta-de-Pentecostes 

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