22 de Mayo de 2023
[Por: Eduardo de la Serna]
Mirando la muerte de algunas y algunos, se impone ahondar en la sabia doble pregunta de Ignacio Ellacuría, referida a Jesús: ¿por qué muere? ¿por qué lo matan? Es evidente que en numerosos casos no coinciden las intenciones. Obviamente coinciden en la persona, pero, por ejemplo, en el caso de Jesús, es evidente que no quiere ni puede negar el rostro de Dios que ha revelado con sus palabras y sus gestos, ese Dios que es Padre y que reina cuando sus hijas e hijos son verdaderamente hermanos y hermanas. El que vino a “reunir a las ovejas perdidas del pueblo de Israel” quiere, hasta el extremo, mostrar esa fraternidad y sororidad que muestra, a las claras, cómo es Dios, dónde está Dios, cuál es el sueño de Dios para la humanidad… Pero esta persona, con esa actitud, pone en riesgo la pax romana que Pilato debe asegurar; y por otro lado, la popularidad de Jesús (como la entrada en Jerusalén lo había mostrado), hacía temer en Caifás y su grupo más cercano, que el movimiento que va surgiendo provoque una drástica intervención romana y ponga en riesgo el tolerante statu quo alcanzado entre ambos poderes…
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