El cristianismo no ha hecho más que comenzar

27 de Mayo de 2023

[Por: Víctor Codina, SJ | Publicado el 8 de junio de 2022]




Esta frase del sacerdote y teólogo cristiano ortodoxo ruso Alexander Men (1935-1990), último sacerdote asesinado por la KGB soviética, puede desconcertar a quienes recuerdan 2.000 años de cristianismo, con numerosos mártires, santos y santas, catedrales, Sumas Teológicas y misiones evangelizadoras.

 

Alexander Men no se limita a lamentar los pecados y llagas de una Iglesia santa y pecadora, ni dice que el cristianismo todavía no exista, sino que intuye que el cristianismo todavía no ha desarrollado todas sus inmensas potencialidades evangélicas, teológicas y pastorales. Más que mirar con nostalgia un pasado cristiano que ya no existe, hemos de ir adelante para evangelizar el mundo de hoy secularizado, agnóstico y postmoderno.

 

Intentemos desarrollar y concretar la intuición de Alexander Men:

 

- El laicado, que constituye la inmensa mayoría del Pueblo de Dios, que ha recibido el bautismo y la unción del Espíritu, ha quedado marginado y pasivo en una Iglesia clerical.

 

- La mujer no ocupa, en la Iglesia patriarcal y machista de hoy, el lugar que el Señor le ha destinado y que el Evangelio anuncia.

 

- El Espíritu Santo ha quedado relegado y olvidado en la práctica, con lo cual el cristianismo, sobre todo el cristianismo latino, queda reducido a doctrinas, leyes y ritos, sin una vivencia espiritual ni una verdadera alegría.

 

- La identidad cristiana no ha tenido suficientemente en cuenta la presencia salvífica del Espíritu del Señor en todas las religiones y culturas, también en la ciencia y antropología moderna.

 

- El magisterio eclesial, la teología y la pastoral no han tomado en serio el que a los pequeños y sencillos han sido revelados los misterios del Reino y que los pobres son un lugar de revelación.

 

- El cristianismo se ha abierto tarde y tímidamente a la ecología, que ofrece inmensas perspectivas teológicas, espirituales y prácticas.

 

- Una lectura muy literal y fundamentalista de la Escritura, desde el Génesis al Apocalipsis, genera en el Pueblo cristiano una visión del origen y del fin de la vida cósmica y personal que es incompatible con el pensamiento científico y humanista moderno y con el mundo juvenil.

 

La lista de temas pendientes se puede extender y concretar mucho más: economía, discriminación social, sexual y étnica, refugiados, armamentismo guerra y no violencia, apertura a un ministerio ordenado no célibe, participación de la comunidad eclesial en la elección y formación de sus pastores, etc.

 

Una sinodalidad eclesial bien comprendida y vivida, puede iniciar procesos y discernimientos que ayuden a que el cristianismo “que no ha hecho más que comenzar”, crezca y dé fruto en el mundo de hoy. Entonces, el cristianismo, hoy todavía incipiente, crecerá y dará mucho fruto, como los sarmientos estrechamente unidos a Jesús, la verdadera vid (Juan 15). Alexander Men tenía razón. 

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