25 de Mayo de 2023
[Por: Francisco Bosch]
- ¿Sabes cómo imagino la llegada al cielo, yo que estoy mucho más cerca que vos de ese momento? Me dice, mirando el horizonte desde la azotea en Belo Horizonte.
- ¿Cómo? Guardo silencio, qué más podría hacer un puberto con casi 50 años menos.
- En principio pienso que estará San Pedro en la puerta, la cultura popular no puede haberse equivocado en ese detalle.
Me rio. Lo miro. Arruga la mirada, suelta un botón del sweater marrón, junta sus pies arropados por unos zapatos negros gastados. Habla despacio, sin apuro, aunque ha sabido vivir entre apuros. Habla mirándome de a ratos, y pintando con su relato, la escatología más chévere que yo haya escuchado jamás.
- San Pedro me mirará y para mi extrañeza me pedirá el nombre. Yo, además de mi nombre, le diría: Soy Sacerdote. Entonces él levantaría los hombros, en señal de ‘dame algo más que eso’. Yo apresuraría un: -He formado cientos de sacerdotes en seminarios de diferentes lugares.- Idéntico el gesto que volvería hacia mí. Entonces yo le diría, confiado: -he escrito más de 30 libros, y hasta le di un retiro a un Papa.-
Y nada, nada de nada. San Pedro permanecerá indiferente a mi lista de ‘hazañas’.
En ese momento me mira. Baja de aquel cielo y ese dialogo de palabras y gestos, para ver mi rostro. Yo estoy como un niño de jardín de infantes, hipnotizado por el cuento que su maestra le narra, perdido en ese mundo de las palabras finales que él me invita a habitar por un rato, desde ese cielo claro de Belo Horizonte.
- Entonces, por detrás de San Pedro se escuchará la risa desencajada de Santiago, a su lado aparecerá la silla de ruedas de Carla y los brazos de Susana se alborotarán para saludarme. En esa hora, me brillarán los ojos. San Pedro bajará sus hombros, me dará su sonrisa como clave de ingreso, y hará el gesto de ‘pase adelante’.
La acogida de sus amigos. La llegada al abrazo. La última palabra, de tantísimas palabras que él ha intuido, escrito y soñado. La última palabra de este viejo teólogo, la mejor de sus parábolas, es un abrazo de los frágiles y las descartadas de este mundo, como puerta de entrada a la fiesta que no tiene fin.
VICTOR, descansa en paz. Disfruta de eso que llamamos cielo y recibe el abrazo de Diosito. Inmerecido fue tu abrazo y la calidad de tu compañía. Fuiste inmensamente pequeño.
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