¿Cuál es la razón de la confianza de Pablo?

23 de Abril de 2023

[Por: Armando Raffo, SJ]




“… pero el Señor me inspira la confianza en que no cambiarán de actitud.” (Gal. 5,10) La frase que titula esta reflexión fue comunicada por San Pablo a los gálatas. En ella les recuerda que para ser libres habían sido liberados por Cristo. Esa frase no tendría sentido si de alguna manera no se viera amenazada la novedad radical que Jesús había proclamado. Es claro que los gálatas estaban tentados de volver a la seguridad de la Ley que, como sabemos, en aquella época era una normativa objetiva que había que cumplir sin adentrarse en el espíritu de la propia norma. Se trataba de una imposición exógena que debía ser asumida para ser parte del pueblo elegido.

 

Importa resaltar el contexto en que se expresa esa frase. En efecto, los judeo-cristianos sostenían que la salvación se lograba siendo fieles a la ley de Moisés, y ello a tal punto que tendían a percibir, en el mejor de los casos, el evangelio de Jesús como un midrash, que era una forma de interpretar el texto bíblico. Esa postura, como es evidente, dificultaba que los judeo-cristianos apreciaran la novedad de Cristo.

 

Los Gálatas estaban tentados de volver a la circuncisión (cfr. Gal. 5,1) y a todo lo que ello significaba. En el propio libro de los Hechos en su capítulo 15 se hace referencia a la controversia que se había suscitado entre los judeo-cristianos y los cristianos procedentes de la gentilidad. Los primeros insistían que debían circuncidase tal y como habría sido mandado por Moisés y los segundos se resistían a ello. 

 

Algo similar ya había ocurrido con el primer mártir cristiano, Esteban (Hch. 6,14-15), que acabó dilapidado por negarse a retroceder con respecto a la novedad cristiana, es decir, por acoger sin ambages la buena nueva de Jesús (Hch. 7, 51-52). Por el mismo los judíos tramaron una conjura contra Pablo cuando estaba a punto de embarcarse para ir a Macedonia (Hch. 20,3 y28, 18-19). 

 

El problema no se circunscribía a la obligación de circuncidar o no a los varones sino lo que ello significaba. Ya en el libro del Génesis aparece la obligación de la circuncisión como un signo de la alianza entre Yahvé y su pueblo; “Todos los varones serán circuncidados… y eso será señal de la alianza entre yo y vosotros.” (Gn. 17, 10) En el contexto del nuevo testamento la tensión se deja ver cuando el libro de los Hechos narra que bajaron algunos de Judea que adoctrinaban así a los hermanos: “Si no se circuncidan conforme a la costumbre mosaica, no pueden salvarse.” (Hch. 15, 1).

 

Lo que a primera vista parecía una discusión sobre algo menor, implicaba, en realidad, asumir o no la novedad predicada por Cristo. Podríamos decir que la cuestión se remitía a la identidad de Jesús. ¿Quién era  Jesús para ellos? ¿Un judío más al modo de los profetas que venía a sacudir al pueblo para que fuera fiel a la Ley de Moisés?, o ¿se trataría del Mesías tan esperado que vendría a hacer nuevas todas las cosas tal y como lo anuncia el libro del Apocalipsis? (Ap.21,5).  

 

Ahora bien, ¿cómo interpretar la afirmación paulina que encabeza esta reflexión? ¿De dónde le vendría esa seguridad que le llevaba a pensar que sus seguidores no se volverían atrás buscando la seguridad en las normas de la Ley, en lugar de la Buena Nueva de Cristo? Debemos pensar que esa inspiración no puede estar asentada en algún tipo de intervención directa de Dios, como algo caído del cielo, cosa que se daría de bruces con la misma encarnación, sino en la bondad de su propuesta. Hemos de pensar, pues, que cuando el Señor inspira confianza, se apoya en la misma bondad, y belleza de la propuesta. Esto significa que no se trata de algo exógeno, sino de una confianza en la misma novedad del evangelio que toca y alienta las fibras más hondas del ser humano.

 

El mismo Dios que creó el ser humano a su imagen y semejanza, es decir,  como un ser libre, capaz de amar y radicalmente abierto a la buena nueva de Cristo, es lo que sostiene la confianza de Pablo. No se trata de un parche, se trata de una palabra que, por sí misma, despierta esperanza. 

 

Insistiendo un poco en el concepto vertido, podemos afirmar que la confianza de Pablo no se asienta en revelaciones milagrosas o puntuales, sino en la entraña profundamente humana de la vida y el mensaje de Cristo.  En efecto, no se trató de una propuesta exógena, sino de una palabra-vida que despertaba y despierta aquello que por el pecado estaba dormido en el corazón de las personas. 

 

La confianza de Pablo se apoya en el propio acto creador de Dios, en la bondad inherente al ser humano: “Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios lo creó, macho y hembra lo creó.” (Gn. 1, 27).

 

Imagen: https://www.paoline.org/wp-content/uploads/2020/06/min-letteraSG-SanPaolo2020.jpg 

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