23 de Abril de 2023
[Por: Marcelo Barros]
Brasil continúa siendo uno de los países campeones en desigualdad social en el mundo. En este panorama, muchos ministros y grupos pentecostales, evangélicos y católicos dan testimonio de un Dios que no es Amor y legitima el odio, la violencia y las discriminaciones sociales. Encuestas revelan que entre los diez brasileños más ricos del mundo, dos afirman ser pastores de iglesias cristianas.
Desgraciadamente, algunos grupos católicos y evangélicos, incluidos algunos clérigos y pastores, no vinculan la fe con la justicia y apoyan políticas contrarias a los derechos de los más pobres. En las parroquias y comunidades locales, promueven una especie de devocionalismo superficial de carácter espiritualista, que parece inocente pero que encubre un ritualismo religioso que intenta sofocar la profecía de la fe y legitimar una sociedad injusta e inhumana.
Ante esto, es bueno recordar la propuesta que los obispos católicos de América Latina afirmaron en 1968: "Que aparezca cada vez más claro el rostro de una Iglesia pobre, misionera y pascual en América Latina, desprendida de todo poder temporal y valientemente comprometida con la liberación de todo ser humano y de toda la humanidad" (Medellín. 5, 15).
Hoy ya no basta que nuestras Iglesias hablen de la pastoral de la dimensión socio-transformadora de la fe, entre otras cosas porque, si la fe cristiana viene de Jesús, su modo de vivir la fe tiene a la profecía como eje fundamental y estructurante de toda su vida y acción. Para reafirmar esto, en varias regiones de Brasil, cristianos de diferentes iglesias se están movilizando e invitando a personas de todas las religiones a renovar el compromiso de las iglesias y de las religiones con la liberación de toda la humanidad y de la madre tierra.
Hace casi 60 años, durante el Concilio Vaticano II, un grupo de obispos católicos se comprometió con la pobreza evangélica y la comunión con los pobres como estilo de vida y forma de ser de la Iglesia. En 2019, en Roma, durante el Sínodo para la Amazonia, obispos, sacerdotes, misioneros y pastores evangélicos, junto con representantes de los pueblos originarios renovaron este mismo compromiso de comunión con los pobres y "por una Iglesia de rostro amazónico, pobre y servidora, profética y samaritana".
En nuestros días, esta propuesta se actualiza con la invitación a un mutirão de profecía. Hasta el 7 de septiembre, día nacional del Grito de los Excluidos, los grupos cristianos e incluso los vinculados a otras expresiones de fe están invitados a expresar el carácter profético de su espiritualidad de la forma que deseen. Lo importante es que renueven su alianza con las categorías más pobres de nuestra población y con el cuidado de la Madre Tierra y la Ecología Integral.
Imagen: https://brasilescola.uol.com.br/sociologia/movimentos-sociais-breve-definicao.htm
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