09 de Abril de 2023
[Por: Marcelo Barros]
En estos días las Iglesias cristianas celebran la fiesta de Pascua. Parroquias y congregaciones entonan himnos de alegría y proclaman: ¡Cristo ha resucitado! Comunidades y grupos que, más allá de los ritos, siguen la misión profética de Cristo gritan a toda la humanidad: El Amor divino ha resucitado a Jesús de entre los muertos y esta subversión de la Vida debe provocar nuevas fuerzas para que juntos venzamos el desamor y la muerte.
En el Amazonas, el pueblo Yanomami cree que la danza de los espíritus hace renacer la selva y mantiene el mundo en pie. Eso les da nuevas fuerzas para luchar contra la extracción de minerales y los males con los que, durante siglos, la civilización del dinero ha intentado exterminar a los pueblos autóctonos. Los ritos de los chamanes al invocar a los espíritus de la selva es algo propio de las culturas nativas, pero a su manera, se corresponde con el Aleluya de la Pascua cristiana. Danzas y cultos autóctonos de origen africano tienen su propio valor. No pueden considerarse únicamente como traducción de expresiones cristianas a otras culturas. Sin embargo, aun con sus características propias, a su manera, corresponden a lo que para los cristianos es el anuncio alegre y feliz de la resurrección. Creemos que es el mismo Espíritu de Cristo resucitado que, como cantamos, "llena el universo. Lo abarca todo en su conocimiento y todo en su amor". Las diversas expresiones de la espiritualidad celebran la victoria del amor sobre el desamor y de la vida sobre la muerte.
Hoy, la biología lo confirma: el Misterio de la Vida tiene lugar a través del entrelazamiento y la interdependencia de las células y los cuerpos. El amor es, ante todo, fenómeno biológico. Ahora bien, el mensaje de Pascua nos dice que la culminación de esta evolución es una forma de Amor-don gratuito, que crea comunión entre nosotros y nos impulsa a hacer todo lo posible para que la humanidad se convierta en una comunidad de hermanos y hermanas.
Para nosotros, los cristianos, las fiestas de Pascua son siempre ocasión para creer de nuevo que es posible emprender el camino de la Buena Nueva. La resurrección de Jesús confirma en nosotros el amor divino. Este amor se apodera de nuestras vidas y nos da la fuerza para impregnar de amor las estructuras de la vida y de la sociedad.
En el mundo actual, en nombre de Jesús, muchos católicos y evangélicos apoyan políticas de derechas, contrarias a los intereses de los más pobres. Así, dan testimonio de un Dios cruel y sectario, amigo de los que le adoran y vengativo con los que no se adhieren a la Iglesia. La buena nueva de la resurrección debe oponerse proféticamente a ese tipo de religión. Seguir a Jesús resucitado es optar por la Justicia, Paz y Misericordia, anunciadas en el Evangelio. La Pascua nos hace vivir una Iglesia al servicio de toda la humanidad y no sólo de los creyentes. Junto con todos los que tienen hambre y sed de justicia y de paz, encendamos el fuego nuevo de la paz y de la solidaridad en la tierra. Desde la alegría de creer que Jesús ha resucitado, nuestra misión es salir al mundo sembrando resurrección.
¡Feliz Pascua para ustedes!
Imagen: Adolfo Pérez Esquivel.
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