10 años de Francisco, 10 historias de puentes: las voces

02 de Abril de 2023

[Por: Francisco José Bosch]




[Cosas que caminaban sueltas hace tiempo, búsquedas que iban por caminos casi paralelos, ha descubierto encrucijadas, territorios de intersección, rituales de encuentro. Ese es, en mi opinión, el gran legado del primer pontificado del fin del mundo: ser-territorio-encuentro frente a la cultura del descarte. 

 

Al fin y al cabo, diez años de puentes, son diez años de abrazos. Gracias por eso Francisco]. 

 

Cuarta historia: las voces  

 

Hay un cuadro, con marco barroco, color dorado. Dentro la foto de un hombre simpático, de blanco su vestimenta, de blanco sus canas. Formal la foto, aunque desliza una sonrisa. La imagen permite marcar los limites de su mirada y la impotencia de su voz: allí permanece, el Puente, callado y con una mirada limitada. No hace falta ampliar la imposible foto en formato papel, para verlo cojear o en silla de ruedas. Los limites lo constituyen.

 

No todo lo bueno

 

Dicen que en pleno vuelo, puesto a prueba los fariseos de nuestro tiempo, los somelier de la buena moral occidental con micrófono y corbata, El Puente tuvo que apelar a la práctica del maestro: ¿Quién soy yo para juzgarlos? 

 

Responder con una pregunta que abre, frente a una pregunta que quiere lastimar y cerrar, separar. Ya lo había hecho el bueno de Jesús, mientras caminaba entre maestros de la ley. Agrietar la supremacía moral eurocéntrica, es un regalo del puente, que no se sitúa en el Viejo Mundo, ni en el Nuevo, sino en las aguas de las fronteras. 

 

No todo lo bello

 

La calle es el lugar de lo publico y el descarte es ‘la cosa’ que las habita. Suele ser difícil de distinguir la cosa tirada del ser humano que escarba dentro de ella en búsqueda de lo re-utilizable. Una especie de ecologismo salvaje que habita todos los espacios públicos de NuestrAmérica.

 

Poner la mirada en lo feo es subvertir el valor de la belleza. Pero para eso, El Puente ha sido claro: se debe pasar de mirar a tocar, para comenzar a dar vuelta la historia. 

 

Todavía resuena el escándalo, continuo y repetido, de que los crotos, los cirujas, los mas feos, han empezado a sentir como propias algunas iglesias. De hecho, en la santísima basílica de Lujan, en vez de grandes capas y bellos trajes, han irrumpido los bombos, las banderas, y los cuerpos lastimados de lxs pibxs heridxs por las drogas. 

 

No todo lo verdadero

 

Sobre los escombros de un pueblo, un camino para decir las verdades. Al frente de esa comisión, un flaco de pelo blanco, con clergyman al cuello para que nos demos cuenta que es jesuita. 

 

Desde Colombia, brilla con la fuerza de un rayo, la palabra de la comisión de la verdad, empeñada desde hace años, es círculos de escucha ritual para reconstruir la palabra de las victimas y victimarios, para sentarlos en una mesa, para construir la posibilidad de la justa-paz con el perdón posible y la reconciliación en marcha. 

 

Una Iglesia totalmente ensuciada en las idas y vueltas de la historia concreta, echando su suerte con las víctimas y no queriendo permanecer impoluta y neutral. 

 

Testigos del milagro, lo narran por el mundo, al mismo tiempo que se sigue derramando sangre en sus selvas. ‘Con las manos en los cuerpos ensangrentados’, encontrando las verdades que habitaron la guerra, para construir la paz. 

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El cuadro solo mira su campo visual. No se pronuncia. Allí está, sin capacidad de ser la voz única a la que nos han acostumbrado. Los tres trascendentales han sido trastocados desde abajo, desde un lugar, desde un Puente situado y finito, pero inmensamente amoroso.

 

El puente no predica sobre los continentes separados, abismados, alejados. El puente predica sobre el encuentro, sus posibilidades, sus limites y sus hazañas. Parado en las turbulentas aguas del caos que nos enfrenta, frente al mismo cauce, El Puente reconoce lo situado y tembloroso de su aporte. Resuena su voz, mezclada con el torrente del rio turbulento de nuestra época. 

 

Asesinado el narrador único, omnisciente, omnipresente y omnipotente, desde Roma hasta nuestros barrios, se abre la posibilidad de construir un rostro polifónico de Dios, con el acento y el sabor de cada tierra. 

 

Ese quizás sea el tono singular de su registro: una voz gastada, vibrante y sensible junto al caos que atraviesa nuestra era. 

 

Abrazar el límite para con-tenernos en comunidad. Reconocer el limite del sentir-decir, para que otrxs mundos sean posibles.

 

Francisco Bosch

Coord. Continental de formación en CEBs

 

Pie de foto: foto desenfocada del cuadro de ‘El puente’ en la entrada del CELAM, Bogotá, Colombia.

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