19 de Marzo de 2023
[Por: Pedro Pierre]
El 13 de marzo pasado se cumplió 10 años del papa Francisco a la cabeza de la Iglesia católica. Después de más de 30 años de invierno eclesial con los 2 papas anteriores, amaneció una nueva primavera de la Iglesia. El papa Francisco, para los europeos “venido del otro lado del mundo”, traja la frescura y la novedad de las Iglesias latinoamericanas. Desde su primera aparición en la ventana de la basílica san Pedro del Vaticano, aparecieron 3 novedades. Empezó saludando a la gente que había acudido a la gran plaza para felicitarlo. Simplemente dijo: “¡Buenas noches!”, sorprendiendo a varias decenas de miles de oyentes que, por primera vez, los ovacionaron por estas palabras de cercanía. Luego explicó el papa para qué sentía que había sido nombrado papa: “Quiero una Iglesia pobre para los pobres”. Era la voz de la Iglesia latinoamericana que se hacía escuchar y que hacía escuchar la voz de Jesús y la Buena Nueva del Evangelio. Finalmente terminó diciendo: “Recen por mí”, palabras que no cesará de repetir. Así manifestaba que todas y todos en la Iglesia estamos unidos en la sencillez y la claridad mediante la oración para cumplir con la misión de nuestro bautismo: hacer acontecer el Reino de Dios. Ya había comenzado una nueva manera de ser papa y de ser Iglesia.
También llamó la atención el nombre que eligió como papa: ‘Francisco’… recordando a san Francisco de Asís, del siglo 13, que, por su opción por la pobreza, la fraternidad y la cercanía a la naturaleza, transformó la Iglesia de su tiempo. Dicen que fue un cardenal brasileño quien le dijo al momento de ser elegido papa: “¡No te olvides de los pobres!” Para no ‘olvidarse’ de ellos, el cardenal argentino Jorge Bergoglio tomó el nombre de Francisco.
Para confirmar esta opción por los pobres, poco después hizo su primer viaje fuera del Vaticano a Lampedusa, la isla del sur de Italia, la más cerca de África a 1.111 kilómetros. Es ‘la Puerta de Europa’ para los miles de migrantes que no naufragan en el cementerio del mar Mediterráneo cuando vienen de Libia en África. “Lampedusa es la voz de Dios para el mundo” … para derribar “la cultura de la indiferencia y la insolidaridad”. De esta manera, el papa Francisco marcaba su decidida ‘opción por los pobres’ a la manera de Jesús, opción que es la marca de su pontificado.
En sus palabras y en sus actitudes, el papa Francisco no ha dejado de denunciar, como ningún papa anterior, la perversidad del sistema neoliberal vigente al nivel mundial que ‘hace a los ricos y a los países ricos más ricos a costa de los pobres y los países pobres que se vuelven más empobrecidos’, origen mayor de las migraciones. Al mismo tiempo, llama a los cristianos y a los hombres y mujeres de buena voluntad a implicarse en la política para transformar las estructuras y los gobiernos neoliberales: “Frente a una economía de muerte, construyamos una economía samaritana”. Su carta encíclica “Todos somos hermanos y hermanos” nos interpela para construir ‘la civilización del compartir equitativo’ con mira a ‘la hermandad universal mediante la fraternidad sin frontera, la amistad social y el amor político, inspirándonos en la espiritualidad de la parábola del Buen Samaritano’.
En posos años el papa Francisco ha pasado a ser un referente mundial, también por su defensa del medio ambiente y sus denuncias el saqueo de la naturaleza en particular en África. En su recién viaje al Congo denunció el 'colonialismo económico' de los países más ricos: "No toquen la República Democrática del Congo, no toquen el África. Dejen de asfixiarla". En otra oportunidad lanzó: “América Latina debe liberarse de imperialismos explotadores”. Además, el papa Francisco se ha hecho el heraldo de la paz en Ucrania, denunciando “los ladridos de la OTAN (Organización militar del Tratado del Atlántico Norte) a las puertas de Rusia… ¡No hay ninguna guerra justa! … Detrás de las guerras está la industria armamentística, esto es diabólico”.
Al nivel interno de la Iglesia católica, el papa Francisco busca una transformación radical, en particular por la plaga de la criminal pedofilia entre el clero católico: “El fracaso de la Iglesia no es producto del secularismo, sino de su alejamiento del Pueblo de Dios como respuesta al secularismo. Una Iglesia abusiva es una Iglesia elitista y clericalista, incapaz de estar cerca del pueblo de Dios”. Por eso promueve una reforma estructural de la Curia Vaticana y al nivel de todas las Iglesias: la ‘sinodalidad’, es decir, más democracia, más igualdad y mayor responsabilidad de todos los bautizados. Los católicos alemanes son los más decididos para promover cambios eclesiales: "Las estructuras de poder monárquicas, el clericalismo masculino, el celibato obligatorio, la rígida moral sexual y numerosas fijaciones dogmáticas no forman parte del mensaje bíblico de salvación, sino que, como reliquias del ‘congelador’ de la historia de la Iglesia, bloquean el camino al Evangelio para innumerables personas" El papa insiste: “La sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio”. También es muy claro con sus opositores: "El tradicionalismo es la fe muerta de los vivos".
Recientemente ha expresado sus “3 sueños actuales para la Iglesia, los gobiernos y la humanidad: fraternidad, llanto, sonrisa... Fraternidad humana, porque todos somos hermanos. Aprendamos a llorar y sonreír: cuando una persona no tiene miedo de llorar y sonreír, es una persona que tiene los pies en el suelo y la mirada en el horizonte del futuro. Si uno se olvida de llorar, algo va mal. Y si uno se olvida de sonreír, es aún peor”.
Para terminar quedémonos con su mensaje de Cuaresma: "Un tiempo para volver a lo esencial: El tiempo favorable para reavivar nuestras relaciones con Dios y con los demás, para abrirnos en el silencio a la oración y a salir del baluarte de nuestro yo cerrado, para romper las cadenas del individualismo y redescubrir, a través del encuentro y la escucha, quién es el que camina a nuestro lado cada día, y volver a aprender a amarlo como hermano o hermana".
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