[Por: Luis Mari Goikoetxea]
Nos referimos a la iglesia, sí, a esa de la que formamos parte. No al edificio más cercano, sino a esa comunidad, a veces más de una, a la que reconocemos como nuestra. Las razones para estar dolido, defraudado, enfadado con la Iglesia son tema de conversación frecuente. El tono puede ser amistoso y, en el fondo, esperanzado o especialmente agresivo si está centrado, por ejemplo, en los abusos. Tanto si hablamos de fidelidad y permanencia como de distancia, indiferencia o ruptura, las trayectorias vitales abarcan un espectro muy amplio. Sin ir más lejos, miremos a nuestras propias familias. Probablemente nosotros mismos hemos experimentado procesos de depuración, reencuentro, “vuelta al hogar”, en un recorrido que intuimos siempre abierto…
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Imagen: https://www.elmundo.es/yodona/vida-saludable/2021/06/07/60bdfbb621efa0ca148b4676.html
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