27 de Enero de 2023
[Por: Francisco Aquino Júnior | Portal das CEBs]
Fuimos testigos de los atentados golpistas en Brasilia el 8 de enero. Un ejército de gente fanática, odiosa, violenta, insatisfecha con el resultado de las elecciones, motivadas y bancada por sectores empresariales, políticos y militares, invadió y depreció y destruyó el Congreso Nacional, el Palacio de Planalto y la Corte Suprema. Un verdadero ataque a los poderes de la República. Su objetivo era desestabilizar el país e implementar un golpe de Estado. Para aquellos que encuentran la expresión demasiado fuerte o ideológica, vale la pena ver el borrador del documento encontrado por la policía federal en la casa de Anderson Torres, ministro de justicia de Bolsonaro, recién nombrado secretario de seguridad de Brasilia, que decretaría "Estado de Defensa" en el Tribunal Superior Electoral y anularía el resultado (¡solo!) de la elección presidencial. En la práctica: ¡un golpe de Estado!
Es importante entender que estos ataques no son un hecho aislado. Forman parte de un conjunto de acciones y articulaciones para tratar de revertir a toda costa el resultado de las elecciones presidenciales. En los últimos años, el gobierno federal ha estado "armando" a un verdadero ejército de seguidores fanáticos con polarización, discurso de odio, noticias falsas, manipulación religiosa, impunidad, liberación de armas y municiones. La situación ha empeorado con un riesgo cada vez más evidente de derrota electoral. Las sospechas sobre las urnas electrónicas han comenzado. Los ataques contra el TSE llegaron, especialmente al ministro Alexandre de Morais. Un discurso difundió que la derrota electoral sería un fraude.
Con el resultado de las elecciones, la desesperación se apoderó de ellos. Lo intentaron todo: anular las elecciones presidenciales, detener el país, acampar frente al cuartel, pedir intervención militar, impedir la graduación y toma de posesión del presidente Lula, invadir y despreciar los poderes de la República, etc. El documento encontrado en la casa del ministro de justicia Bolsonaro parece ser otro eslabón de esta cadena de actos golpistas que terminarían anulando la elección presidencial e implementando un golpe de Estado. Afortunadamente, la acción firme e inmediata del gobierno de Lula y la Corte Suprema contra los golpistas, respaldada por la Cámara y el Senado, fue más fuerte e impidió el golpe. La democracia sobrevivió!!!
Por supuesto, la democracia no es perfecta. Tiene muchos problemas: 1) no puede distribuir la riqueza y acabar con el hambre (tenemos más de 33 millones de personas muriendo de hambre y más de la mitad de la población vive en inseguridad alimentaria); 2) no garantiza la igualdad de derechos para hombres y mujeres, para blancos y negros (puestos de mando, salarios, tratamiento policial); 3) no impide la manipulación electoral (mentir, comprar votos, voto de cabresto (acarreados); 4) no garantiza las mejores opciones (basta ver las elecciones presidenciales en 2018 ...); 5) no asegura el bien común de la nación (leyes y políticas hechas por las élites y dependiendo de sus intereses). Y podríamos continuar la lista de problemas de nuestras democracias. Sin falsas ilusiones
Pero a pesar de todo, la democracia es la mejor forma de gobierno. Garantiza el pluralismo político-partidario y el derecho a la crítica y la oposición. Hace espacio para la alternancia gubernamental. Regula los procesos políticos y electorales. Favorece y requiere diálogo político y negociación. Propone la política como una forma de enfrentar problemas y conflictos. Fuera de la política la salida es siempre violencia, golpe, dictadura. Por eso tenemos que defender la democracia. No como algo perfecto y acabado, sino como la mejor manera de enfrentar y resolver problemas.
El Papa Francisco ha llamado la atención sobre un "retroceso de la democracia" en el mundo. Refiriéndose explícitamente a los ataques en Brasilia, expresó su preocupación por "el debilitamiento de la democracia y la posibilidad de libertad que consiente, incluso con los límites de un sistema humano". Esto se puede ver en "las crisis políticas en varios países del continente americano con su carga de tensiones y formas de violencia que exacerban los conflictos sociales". Y siempre insiste en la importancia de la política al servicio del "verdadero bien común".
Es cierto que no hay democracia real sin justicia social. Por esta razón, Francisco ha insistido tanto en la importancia de los movimientos populares para "revitalizar nuestras democracias". Pero debemos defender el régimen democrático para que podamos seguir luchando por una auténtica democracia que garantice tierra, techo, trabajo, salud y dignidad para toda la población. Y esta es una lucha fundamental hoy en Brasil.
¡Golpe, no! ¡Democracia, sí!
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