¿Es realizable el sueño de la Casa Común?

28 de Enero de 2023

[Por: Margot Bremer, rscj]




Ya en 1968 el documento de Melgar expresó que los “cambios sociales y socio-religiosos, profundos y acelerados, que está viviendo América Latina, deben ser escrutados como signos de los tiempos y concretados”.

 

Como en cada pueblo pulse y late el eco de su época, no será la primera vez que percibimos un cambio en nuestra historia.

 

Pero nunca hemos tenido bastante en cuenta que esta mutación de tiempos y lugares implique también una modificación cultural que cambia nuestro modo de percibir la realidad y la vida lo que resulta imposible volver a ver la realidad como la veíamos antes: “se ha modificado el filtro a través del cual accedíamos a ella (la realidad), había sido nuestro paradigma. Si entendemos el paradigma como un “idioma cultural”, habremos de concluir que nos toca traducir la percepción anterior a los moldes de la nueva”1. 

 

Muchos pueblos indígenas nos hablan que ellos han experimentado este aparente “fin del mundo” como el principio de una nueva era que brota desde los escombros desde abajo. 

 

¿La Biblia conoce cambios de época?

 

Parece que también la Biblia conoce estos cambios de paradigmas o como lo suele decir Enrique Martínez, de “idiomas culturales” Ella nos lo demuestra condensado en eventos simbólicos. Los primeros once capítulos del libro Génesis nos presentan una síntesis de la historia humana antes que comience la historia del Pueblo de Dios. Allí encontramos unos cambios de idiomas culturales2.

 

Comienza con una descripción de la creación desplegándose en dos percepciones culturales: la cultura campesina (Gen 2,4-25) y la cultura urbana (Gen 1,1-4ª). Continúa con el acaecimiento de un símbolo cósmico, el “diluvio”, que arrasa toda la vida que se había dispersado sobre la tierra. Parece que fue consecuencia de que los humanos no querían escuchar el mensaje de la naturaleza y no quisieron habituarse a sus principios de vida y a su rumbo inherentes. Esta catástrofe desastrosa finiquita el rumbo de la época anterior que a la vez es la hora de emerger un nuevo ciclo: Noé, hombre “justo” integralmente, sabe salvar (símbolo “arca”) aquella inmensa diversidad de clases de vidas y culturas y re- poblar con sabiduría a los (sobre)vivientes, “cada cual según su propia lengua, familia y nación” (Gen 9,5). Había armonía y equilibrio en la nueva convivencia de gran diversidad, sintonizando con el ciclo de la naturaleza: “Mientras dure la tierra, habrá siembra y cosecha, pues nunca cesarán ni el frío ni el calor, ni el verano ni el invierno, ni los días ni las noches.” (Gen 8,22). Sin embargo, llegó el día en que la humanidad misma provocó el fin de esta época. Sin que la Biblia explique cómo habrán abandonado este ciclo, se destapó otra forma de convivencia en la que “todo el mundo usaba un solo idioma y las mismas expresiones” (Gen 11,1ss). Estas palabras expresan un cambio brusco del paradigma de la diversidad de “idiomas culturales” a un solo idioma mono-cultura. La construcción de una ciudad está simbolizada en una torre rasca-cielo, que expresa la exagerada concentración de poder político-religioso (ziggurat) junto con el del saber y el del ser en un mismo idioma cultural que ha destruido el equilibrio en la diversidad anterior. Según la Biblia, la torre se derrumbaba por ser antagónica al proyecto inmanente de la creación. De sus escombros emergió el inicio de una nueva época, pues simbólicamente el derrumbe de la torre facilitó la liberación de las diferentes culturas reprimidas oprimidas, comprimidas e imprimidas en un solo esquema cultural. Fue el momento oportuno (kairos) de re-encontrarse los diferentes idiomas culturales para (re)anudarse en una red con constante fluido de interculturación. Comienza un nuevo ciclo que también cae en decadencia y aparece una sola figura, el viejo Abrahán quien toma la audaz iniciativa de salir del paradigma, ya concentrado en un nuevo mono-idioma impuesto patria, “raza”, “parentela” (Gen 12,1). Sin saber a dónde iba, pero convencido de que era el momento histórico del ocaso de una época, y  el amanecer de otra nueva, el anciano optó valientemente por un éxodo, junto con los suyos hacia otro lugar desconocido (Gen12,1-7). Siglos después, algunos de sus descendientes sufrieron de nuevo la subyugación esclavizante bajo el sistema faraónico. Se liberaron del mismo, organizándose con el sueño de una tierra “prometida”, y se articularon con otros movimientos sociales en una así llamada “Confederación de doce Tribus”. Les (re)unía el mismo sueño de vivir vinculados a un proyecto común, cada grupo con su propio modo de ser y estar. Por unos siglos sabían cuidar y mantener respeto a la diversidad, viviendo en interculturalidad, pero llegó la tentación de querer transformarse en una monarquía al modelo “faraónico”. Ejemplo es el rey Salomón que logró imponer una colonización mono-cultural a costa de la opresión y lenta desaparición de la diversidad bio y socio-cultural existente. Sabemos por la Biblia que cada ciclo de búsqueda de concentración de poder evoca y provoca indagar de nuevo los signos del tiempo que pueden orientar el camino hacia una construir entre todos una Casa Común. 

 

Después del cautiverio ”babilónico”, el pueblo no supo aprovechar bien la oportunidad de iniciar una época nueva, pues los regresados formaron una teocracia basado en centenares de leyes y prescripciones (622) cuyo cumplimiento estricto se condensaba en un nuevo mono-idioma jurídico-religioso según la Ley3. Finalmente el pueblo fue  conquistado por otro poder más fuerte, concentrado en el imperio romano.

 

Justamente en este momento histórico tan doloroso y desesperante, Jesús fue encarnándose en este pueblo, y comenzó desde abajo, desde la marginada Galilea, con un grupito insignificante de pescadores, a re-iniciar radicalmente una nueva época, anunciando el sueño divino de una Casa Común (reino) en la diversidad de habitaciones (Jn 14,2). Lo testimoniaba con su modo de vivirlo integral y coherentemente. 

 

Sin embargo, siglos más tarde, sus seguidores comenzaron a construir una iglesia que se transformó paulatinamente en un nuevo paradigma homogéneo de una mono-cultura, la occidental greco-romana, que proliferó, imponiendo de manera colonial a muchas culturas autóctonas esta cultura supuestamente “universal”. 

 

Sin embargo, hoy hay señales de un nuevo cambio de época. Está surgiendo en América Latina una nueva conciencia de descolonización con el deseo de re-enraizarse cada cultura en el territorio de sus orígenes y desde allí caminar al encuentro con otras a entretejer una red en interculturación que deja re-lumbrar la particularidad de cada una ¿Acaso la composición de todos los libros de la Biblia no quiere reflejar este dinamismo de ciclos entre un poder concentrado en forma monocultural y su desintegración para la articulación de diferentes formas de poderes en la diversidad? Es llamativo que la Biblia comienza con la creación en su inmensa diversidad de formas de vidas (Génesis) y termina con el comienzo de un nuevo ciclo que emergerá desde un aparente caos (Apocalipsis), pero en realidad es el anuncio de una nueva época de creación, afirmado en la palabra: “Ahora todo lo hago nuevo” (Ap 21,5). 

 

Pregunta conclusiva: ¿Qué hacer con este ciclismo?

 

A pesar de conocer esta dinámica cíclica de la historia humana y a pesar de escuchar los clamores de la tierra y de los pueblos como un sólo clamor socio-ambiental, el Sol continúa arrastrando este planeta maltratado y peor administrado cada día más. ¿Qué podemos hacer? 

 

Suponemos que hay muchos otros que comparten este sueño común, pero no creen que es posible realizarlo. ¿Será posible que toda la sociedad humana querrá construir una casa común, una convivencia fraterna, igualitaria, justa y libre de toda forma de violencia? Pues realizar este sueño exige que todos conspiren el Bien Común para todos. Solo es posible cuando cada miembro del pueblo tome conciencia de tener que aportar su parte de responsabilidad personal y organizativa. Los empobrecidos necesitarán creer en su propia capacidad concienciadora y organizadora, cuidando que los líderes que surjan no se vendan y no caigan en las trampas de la corrupción. Violencia social es un peligro de desviarse y de escoger rumbos equivocados. 

 

Parece que es el momento de cultivar nuestra esperanza, abrazar su radicalidad histórica aunque los desafíos sociales parecen sobrepasar nuestra propia capacidad. Hoy estamos invitados abrirnos a un futuro aparentemente caótico sin perder la audacia de seguir andando en oscuridad; así somos compañeros con los que están en la misma búsqueda de realizar el mismo sueño. Dicen los pueblos andinos: “partimos del principio de que todo empieza desde el sueño; por lo tanto, el sueño es el inicio de la realidad. A través del sueño percibimos la vida. Soñar es proyectar la vida”4 5 

 

Creemos que nuestro sueño de una “casa común” es posible realizar porque es parte de nuestra naturaleza; habita el corazón de la creación y de cada uno/a; pues es nuestra verdadera forma de convivir humanamente.6 Parece que es también el sueño del papa Francisco al decir: “Soñemos como una única humanidad, como caminantes de la misma carne humana, como hijos de la misma tierra que nos cobija a todos, cada uno con la riqueza de su fe o de sus convicciones, cada uno con su propia voz, todos hermanos”. (FT 1,8).

 

Hay que descubrir la profundidad e inquietud de las preguntas que la humanidad hoy tiene. Hace falta despertar la conciencia de que en el fondo ya todos estamos interrelacionados a través de la diversidad de culturas en los diferentes lugares.

 

Al decidir aventurarnos con este camino sin indicadores y mapas la Madre Tierra nos brindaría entrar en su ritmo y nos daría nuevas miradas y percepciones del mundo. Descubriríamos y saborearíamos el dinamismo infinito del cosmos, percibiríamos los ciclos pulsados por la Tierra en la vida nuestra: sería una nueva manera de convivir la existencia en equilibrio.

 

Parece que este sueño está hecho “a medida del Buen Vivir”. Se manifiesta en cada movimiento que “con-spira” hacia un mundo más justo y fraterno. este sueño nos puede motivar articularnos en redes de múltiples diversidades y, desde los desechos de nuestra actual época, comenzar a sintonizar con el ritmo del nuevo ciclo, anunciado en los signos de los tiempos.

 

Imagen: https://uil.unesco.org/es/blog-ale-cambio-climatico-y-buen-vivir-perspectiva-del 

 

 

1 Enrique Martínez González Lozano, Recuperar a Jesús, una mirada transpersonal, Bilbao 2010, p. 99/100

2 No existe en hebreo una palabra para cultura, a pesar de tener un profundo sentido de la misma, sino lo expresan con el término idioma.

3 El exilio terminó en 537 a.C. y los regresaron bajo Esdras y Nehemías formaron el inicio de una teocracia que desembocó en el régimen de un gobierno teocrático, el Sanhedrin. Este mono idioma cultural consistía en declarar religiosamente “justo” al cumplir la Ley mientras los no-cumplidores atraían automáticamente el calificativo de “pecadores”.

4 Para los pueblos quechua y aymara, saber soñar es uno de sus 13 principios del Buen Vivir (Suma Samkasiña).

5  Leandro Sequeiros, Boletín AMERINDIA Nr, 331,14 de dic 2022

6  Indirectamente, este deseo mundial de hermandad está presente en la mayoría de las religiones expresadas en los diferentes nombres, símbolos y las diversas formas de su propia cultura.

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