La radicalidad de “Dios-con-nosotros”

24 de Diciembre de 2022

[Por: Francisco Javier Burgos]




Una mirada a la historia reciente me devuelve a la escucha incesante de las desposeídas de la tierra. Un grito ensordecedor que no escuchamos. Unas imágenes que se cuelan en nuestro andar cotidiano y a las que no hemos sido capaces de mirar con apertura y solidaridad. Unas palabras que se nos escapan sin ir acompañadas de las acciones necesarias para transformar la realidad. Es en este contexto de polarizaciones, indiferencias y desigualdades cuando resuenan en mí las voces de Isaías y Mateo. El primero, movido por un espíritu profético abocado a la justicia y la paz como camino de salvación. El segundo, Mateo, abriendo un relato de liberación marcado por la necesidad de involucrarse en el proyecto de Dios con generosidad y confianza como camino de transformación.

 

Emmanuel, la fuerza de Dios-con-nosotros, es la fuerza que se va dando desde lo pequeño, en lo cotidiano, para la realización de un mundo en justicia donde la promesa de la paz sea posible y en donde nos podamos reconocer cara a cara como iguales, haciendo temblar y desmantelando las estructuras de opresión más profundas y sutiles de nuestra sociedad, incluida la comunidad eclesial. 

 

Abrazar la radicalidad de Dios-con-nosotros en tiempos donde los desafíos sociales, políticos, climáticos, económicos y, por qué no, de fe, parecen sobrepasar nuestra capacidad de creatividad y respuestas, es una invitación a re-crear la esperanza. La esperanza como apertura al Espíritu y como expresión misma de un devenir que vamos andando en lo personal y comunitario. La esperanza como proceso de transformación en el que nos hacemos participes del sueño mismo de Dios. 

 

La sencilla radicalidad del Emmanuel es un llamado a ponerse en camino con un Dios-que-siempre-está. Sí, Dios que se revela en la humildad encarnada, en la verdad que libera, en los pequeños gestos de amor que nos devuelven la dignidad de hijas a hijos, en los esfuerzos para proteger la naturaleza sabiéndonos parte integral de la misma. Es en este ponerse en camino donde vamos descubriendo y construyendo ese reino de santidad y justicia tan necesario para la vida. Es en ruta, en la cercana compañía de otras y otros, donde podemos dar el sí a Dios-que-camina-a-nuestro-lado. Allí, en lo duro, silencioso, profundo, y muchas veces obscuro del camino, brota esa luz pequeñita que nos hace saltar de gozo, recordándonos que no todo está perdido, que en medio del terror y la miseria ha de proclamarse y abrirse paso el buen vivir en plenitud. Es esa luz pequeñita la que nos da fuerzas para seguir tejiendo ese otro mundo posible que habita en el corazón mismo de la creación.

 

Ojalá que la alegría y desconcertante provocación de Dios-con-nosotros nos anime a continuar abriendo senderos de solidaridad, compasión y justicia en este mundo, tan roto y tan nuestro, que clama liberación.

 

¡Feliz Navidad!

 

Imagen: https://www.vidanuevadigital.com/2017/04/27/la-iglesia-hara-camino-junto-los-migrantes-tambien-pueblo-dios-obispos-mexico/ 

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