[Equipo de Coordinación BM]

“Dios mío, Díos mío…

¿Por qué me has abandonado?”

Mateo 27,46

El día dos de la Minga fue brutal. Primero, respirar y mirar lo vivido: https://youtu.be/5shIqJGBh9s 

Este segundo capítulo encuentra a lxs minguerxs de Bendita Mezcla subiendo a las montañas de Morazán allí donde el vía crucis salvadoreño (y latinoamericano)  tuvo una de sus estaciones más dolorosas: la masacre de El Mozote, perpetrada entre el 10 y 12 de diciembre de 1981 por las Fuerzas Armadas salvadoreñas  contra población indefensa.  Aunque en el cantón del Mozote transcurrió la peor parte, también en los cantones de La Joya, Los Toriles y Cerro Pando, en los caseríos de Ranchería y Jocote Amarillo y en una cueva del Cerro Ortiz sucedieron  ejecuciones masivas e indiscriminadas semejantes durante los mismos días. En muy pocos kilómetros más de 1500 civiles entre ellos mujeres, ancianos  y niños fueron detenidos, luego separados, en algunos casos violados y finalmente asesinados. Estos ataques se dieron en el marco de una supuesta operación de contrainsurgencia que formaba parte de una política de “tierra arrasada” planificada y ejecutada por el Estado Salvadoreño en coordinación con los EEUU. Aunque los y las sobrevivientes dieron fe de los hechos durante años, fue el Equipo de Antropología Forense Argentino quien confirmó los actos de barbarie en el año 1992.

Ni bien llegados al lugar luego de 4 horas de viaje, fuimos recibidos por el padre Miguel Ventura y la CEBS  Segundo Montes quienes acompañan desde hace años a las familias víctimas de la guerra en Morazán. Junto a ellos pero también con los familiares directos de la masacre del Mozote caminamos por cada lugar donde sucedieron los hechos. Una vez más nos contaron historias al detalle ejerciendo esa santa obligación de decir verdad, cada día, como si fuera el primero. 

Fue muy fuerte para la escuelita comenzar la peregrinación por nuestra Tierra Santa así, a los pies del Gólgota, de rodillas. Escuchando todavía los gritos inocentes. Acreditando tanto dolor que todavía se respiraba en el ambiente.  Sobre una de las fosas comunes, hicimos una larga oración compartida  con las 7 palabras de Jesús en la cruz. Fue muy fuerte, muy profunda, muy del corazón. 

Luego de una sentida despedida con los hermanos y hermanas que nos recibieron , en silencio nos retiramos en dirección al  Templo Memorial de Héroes Heroínas, Mártires y Martirezas de Morazán un lugar precioso,  construido por las comunidades para mantener viva  la memoria, la lucha y la fe. Allí, luego de compartir un rico almuerzo preparado por las mujeres de la Segundos Montes tuvimos la grata sorpresa de encontrarnos con Sebastián Torogoz, un verdadero mito viviente, quien nos cantó algunas de aquellas canciones de ‘Los Torogoces de Morazán’ que sostenían la bandera de la esperanza en medio de la guerra. Fue un momento inmenso, tan grande como el instante en que canto a dos voces con su hija la legendaria canción ‘Heroico Morazán’.

Las 4 horas de regreso, nos encontraron en la misma sintonía que nos dejó Sebastián, cantando al sol como la cigarra después de un día  bajo la tierra, igual que los sobreviviente que volvieron de la guerra. 

Ya a la noche, fue cenar juntos y comenzar a compartir en esas rondas informales que se terminaban extendiendo hasta la medianoche y que lentamente, se hicieron parte de nuestra diaria (¡y necesaria!)  liturgia. 

¿Dónde está tú Gólgota, el lugar de la calavera, que marca las masacres en tu territorio?

Equipo de Coordinación BM

Pie de imagen: abrazo de una escuelera y un sobreviviente de la Masacre de Jocote Amarillo tras la entrega del libro de ‘Bendita Mezcla’ como presente.