¡Cuántos mundos simultáneos!

20 de Noviembre de 2022

[Por: Rosa Ramos]




Postales que nos muestra la ciudad:

Alguien ríe, alguien lloró, 

alguien canta, alguien amó…

Minuto de una vida entre otras vidas…

Un hombre viejo… una muchacha…

Una familia aguanta un temporal…

Agarrate Catalina

 

¿Qué me habita esta semana? Esta es la pregunta que me formulo siempre antes de empezar un artículo. Esta vez ha sido más difícil decidir el tema, porque ante la pregunta se han atravesado múltiples ¡“momentos de una vida entre otras vidas”! Es tal la cantidad de hechos, de noticias de todo tipo y de experiencias que me conmueven, que al cierre del plazo me arriesgo a escribir precisamente sobre la multiplicidad de mundos simultáneos, aunque se trata en realidad de algo que siempre me asombró. Buscando expresar este universo, recordé la canción “Vidas comunes”, de la murga Agarrate Catalina, creada hace años para su repertorio de carnaval.

 

En esta semana las noticias internacionales parecen estar presas del próximo campeonato mundial de fútbol (lo escribo en minúsculas a propósito) en Qatar, también las calles están llenas de banderas, globos y pintadas alusivas; lo vi en dos países, pero supongo que será semejante en todos, propio de este mundo globalizado. A la vez se difundieron las escalofriantes cifras de obreros muertos -migrantes casi todos- en la construcción de estadios para el evento. Pero también fue noticia y motivo de alarma el atentado que dejó al menos dos muertos -entre los tantos diarios-; quizá fueron noticia porque ponían en riesgo agitar aún más la guerra entre Rusia y Ucrania. Por otra parte, más cerca nuestro, en Brasil, tras las elecciones nacionales sigue inquietante el panorama. Así podríamos seguir enumerando sucesos en distintas partes de este planeta.

 

Otras tantas guerras, muertes, atentados, también otras competencias deportivas y encuentros internacionales donde la gente discute ideas o reza y celebra, no llegan a los noticieros, sin embargo, están sucediendo ahora mismo. Es un buen ejercicio mirar el globo terráqueo o un mapa en Google, detenernos por un momento en cada color que distingue un territorio de otro, e intentar asomarnos a lo que en este instante otros países y regiones están viviendo. Y si ampliamos la imagen, hoy podemos hacerlo, podemos mirar con más detalles relieves, accidentes geográficos, poblaciones, y asomarnos a esos mundos ignotos o exprofesamente ignorados por quienes seleccionan las noticias que nos llegan.

 

Por otra parte, cada uno de nosotros tiene su propia guerra y su propia paz, sus gozos y sombras, y no sólo en un entorno de cien o mil metros cuadrados. Todos tenemos vínculos con muchas personas significativas, que nos importan mucho, aunque no vivan tan cerca, al menos estamos conectados con familiares y amigos de al menos tres o cuatro países. A distancia acompañamos los momentos importantes de sus vidas, y nos acompañan también en los nuestros.

 

Sin contar las historias que nos llegan cada día, si estamos atentos. Como la larga historia laboral y familiar del señor que con ochenta y dos años hace traslados de personas “solo en las mañanas, al mediodía ya me voy a mi casa”. ¿Qué habrá sucedido con el otro señor, de nombre Gustavo? Un hombre mayor, de condición muy humilde, que quería ver a una sobrina y para ello se iba de Montevideo, Uruguay, a Salta, Argentina, sin tener idea de la distancia, del tiempo que requería, ni de qué medios de transporte hacer uso. Lo apadrinamos hasta Buenos Aires y lo dejamos en la terminal de Retiro, con algunos datos sobre empresas de colectivos… ¿habrá llegado a Salta, se habrá encontrado con la sobrina que tanta ilusión y lágrimas le provocaba? 

 

No puedo dejar de mencionar una historia que me habita en particular desde hace dos semanas, una mujer joven y vital volviendo de su trabajo sufrió un terrible accidente. Grande fue impacto sobre ella, pero también fue el provocado en su familia, en su ciudad y más allá de fronteras, conmoviendo a tantos. “Hay que tener paciencia, es lento el proceso”, me dice hoy el esposo. ¡Pero Corina está viva! Tanto me conmueve esta vida, como esta su historia de amor con Javier, como esa familia grande que día a día se reúne afuera del hospital para estar cerca y “todos juntos hacer fuerza por la vida de Corina” -desde el padre con noventa años y la madre con algunos menos, hasta los sobrinos adolescentes-. “Una familia aguanta un temporal…” sostenidos en una sólida fe y en un inmenso amor. Vienen a mi memoria tantas historias de riesgo de vida, pero sobre todo de amor y cuidado… ¿Cómo no pensar en cuántas semejantes están sucediendo ahora mismo en tantos sitios?

 

Otras historias me las cuentan, porque saben de mi “deleite” con ellas y que las rezo. Hoy Agustina fue al supermercado por una pausa en un día muy agotador y se encontró con una escena que al inicio le pareció fea, luego prestó atención a la relación entre las personas involucradas: un guarda-coches y las cajeras. Cuando la entendió se enterneció al punto de ponerme un audio para contármela. Yo estaba atendiendo otra historia, cuidando un amigo operado, de modo que pude oírla bien horas después. Constituyó también mi pausa y me movió a la acción de gracias.

 

Si pudiéramos fotografiar o filmar todo lo que sucede en un instante a lo largo de la Tierra, cuánto nos sorprendería, ¡cuántos dolores y cuántas maravillas están viviendo los hijos de Dios! En cada rincón del planeta ahora mismo, hay nacimientos y muertes. Hay contratos de trabajo y trabajos sin contratos ni salario. Hay enamoramientos y también rupturas, gente que visita nuevos países y gente que se ve forzada a abandonar el suyo. Ahora mismo hay científicos haciendo grandes descubrimientos, en tanto muchos niños -y adultos- están descifrando sus primeras letras… 

 

Miles de millones de personas en su vida cotidiana… en el solitario campo o en urbes gigantescas, en escuelas, hospitales, terminales de transporte… cada uno con su morral de historias, de heridas y de sueños. 

 

Vuelvo a la canción de Agarrate Catalina para referir dos de las muchas “postales que nos muestra la ciudad”, una se refiere a una mujer que elige la vida y otra a un hombre que acaba de ser padre. La primera dice: “Una mujer en el pretil/ plomo el cielo gris/ Piensa en morir, vuelve a elegir/ Otra vez vivir”. La segunda foto: “Ríe al llorar, llora al reír, corre a contar”, y se dice a sí mismo: “Tiene mi niño tanta luz/ parte los clavos de mi cruz.” 

 

¡Cuántos mundos simultáneos, cuánta diversidad, cuánta necedad y maravilla en este instante! La murga nos invita a detenernos y contemplar amorosamente: 

 

“Cada vida, cada historia,
farolitos en la oscuridad,
desafiando la avalancha
despiadada, de nuestra brutal velocidad.”

 

Imagen: https://www.hobbyaficion.com/wp-content/uploads/2017/08/puzzle.jpg 

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