La belleza tiene muchos rostros

19 de Noviembre de 2022

[Por: Juan Manuel Hurtado López]




Yo no pensaba encontrarla. Lo que sucede es que yo iba de paso por Lagos de Moreno, Jalisco, ciudad ubicada en el centro de México. No la iba buscando ni estaba preparado para nada. Pero me salió así nomás, fue como un tropezón, algo sorpresivo, imprevisto. Fue ella la que salió y me impactó, no fui yo el que la tocó;  como que salió de un rincón y de repente mostró su rostro inasible: sí, era la belleza de muchos rostros.

 

Ahí la mente se detiene por un momento, se queda en blanco, es el momento de la contemplación, del silencio; donde el tiempo se detiene. Es entrar a otra dimensión que es la del espíritu: sin tiempo, sin palabras, sin discurso, sin tensiones.

 

Uno se sorprende con cada pliegue que guarda la vida. Uno creería que en la vida ordinaria ya lo vio todo, que ya recorrió todos los caminos de la imaginación y que, por lo tanto, ninguna sorpresa puede aparecer así nada más. Y las sorpresas pueden ser no tanto en el ámbito del conocimiento, sino del sentimiento, del corazón, del espíritu. Esto es lo que causa la belleza en nuestro espíritu. Sí, la belleza tiene muchos rostros.

 

En nuestro caso se trata de la Parroquia de La Asunción en Lagos de Moreno, como ya dije. Lo que destila este templo por todos los poros de su cuerpo es arte, belleza: en su arquitectura, en su cantera viva, en sus elevadas torres –más de 70 metros- en sus vitrales, en sus jeroglíficos de cantera rosa: sobrios, finos, excelentemente trazados, que embellecen de manera sin igual la fachada y las torres de este singular templo parroquial. 

 

La fachada del templo es un poema acuñado con palabras de piedra que uno puede leer de muchas maneras e interpretar cada vez de manera distinta. Es un jeroglífico que convoca a la mente, que pone muchas preguntas, que causa muchas sensaciones. Pero sobre todo, la fachada de este templo es una caricia al corazón, al espíritu ¡Qué bien se siente uno parado frente a este templo!

 

El arte de este templo está en su piso de madera que cruje ante las pisadas del visitante –creyente o no-, en la santidad que alberga. Además del Santísimo Sacramento, esta parroquia recibió en regalo el cuerpo del mártir San Hermion (Roma, 303) que está en su relicario en un altar lateral del templo, del lado derecho del altar mayor, después del crucero, desde el año 1791. 

 

Según estudios del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y de la restauradora Laura Milán de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM), no se trata tanto de un cuerpo incorrupto, pero sí contiene todos los huesos correspondientes al mártir. La creencia popular, sin embargo, afirma que San Hermión está incorrupto, y prácticamente así se le puede observar. Tiene la figura de un soldado romano con su vestimenta del s. III d.C. Yace recostado de espaldas, recargado en almohadones.

 

Los restos de San Hermión provienen del cementerio de Santa Ciríaca en Roma y fue donado a Lagos de Moreno por el Papa Pío VI. Esto sí está documentado.

Lo que pretendo decir es que la belleza o el impacto que produce este templo al contemplarlo, lo traslada a uno a otro ámbito de la vida, a otra dimensión del conocer, libre ya de las cadenas impuestas a la sociedad por la violencia del crimen organizado, de la amenaza a la vida, de la inseguridad, del ruido que causa en el alma el sistema que quiere hacer del hombre y de la mujer un consumidor de productos; quiere hacer del hombre y de la mujer una especie de robot siempre fiel y obediente ante los requerimientos de la moda o del mercado. No, la belleza rompe estas ataduras y libera, el arte rompe los cepos que atan de pies y manos a los seres humanos. La belleza tiene el rostro de la libertad.

 

Esto explica muy bien por qué las dictaduras militares o de otro signo han encarcelado, torturado, asesinado o expulsado a los artistas, poetas, pintores, músicos,  o trovadores de sus países. La razón es muy sencilla: porque son libres.

 

Así las cosas, podemos decir con una expresión que alude a los salmos: “Los cielos proclaman la gloria de Dios; la bóveda celeste anuncia la obra de sus manos” (Sal 19 (18). “¡Aleluya! Alaben a Dios en su santuario, alábenlo en su poderoso firmamento” (Sal 150). 

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