[Por: Eduardo de la Serna]
En el mundo antiguo, que era imaginado como algo manejado por los dioses, era esencial saber del modo más preciso posible qué querían o qué aborrecían para obrar en consecuencia. ¿Quiere la divinidad que vayamos a la guerra, o no? Saber que sí lo quería era la garantía del triunfo militar y saber que no lo quería, y por lo tanto no afrontarla, era el modo seguro de evitar una derrota…
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