06 de Noviembre de 2022
[Por: Francisco Javier Sánchez | Religión Digital]
Hace ya cuatro años, el 14 de octubre de 2018, nuestro hermano el papa Francisco reconocía públicamente la santidad del Arzobispo asesinado en San Salvador, mientras celebraba la Eucaristía, el 24 de marzo de 1980. Y digo que la reconocía públicamente, porque el pueblo salvadoreño, y el otro santo sin canonizar de América Latina, Pedro Casaldáliga, ya lo reconocían como tal en el mismo instante de su asesinato, cuando la bala asesina lo hacía caer al pie del altar, de aquella capilla del Hospitalito. El pueblo salvadoreño desde el primer momento lo hizo santo, porque reconoció lo que luego también dijo el propio papa Francisco, que el milagro de Romero fue su misma vida. Una vida entregada hasta el final como la del mismo Jesús de Nazaret…
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