[Por: Ana Belén Molina | Equipo de Animación de la Articulación Continental de CEBs]

La #MingaBenditaMezcla fue un espacio de encuentro en el territorio, con largo proceso y organización aprovechando la virtualidad. No solo sobrevivimos a la pandemia, sino que le hicimos frente mezclándonos en plena imposición del aislamiento y las mal llamadas ‘sanas distancias’.

La semana pasada tuvimos la presentación del día 1 de la Minga, ‘Nuestro Caná’, que puede verse en: https://youtu.be/jxIA7Ngg8Gk. En esta entrega, y antes del día 2, presentamos la vos de una de las experiencias mingueras, la de Ana Belén Molina, rumeadora venida desde Argentina.

De la abundancia del corazón habla la boca (Cfr. Lc 6,45)

Bendita Mezcla le puso el cuerpo… durante los días 22 al 31 de julio de este año, en la Primera Minga Continental de Teología Narrativa de la Liberación en el Bajo Lempa, El Salvador. Francisco Bosch había anunciado Bendita Mezcla en el último Encuentro Continental de Comunidades Eclesiales de Base, en Guayaquil, Ecuador, el mismísimo día en el que se daba a conocer la pandemia. Recuerdo bien clarito haberme dicho, “este muchacho está loco” y también recuerdo haberme respondido: “entonces lo apoyaré”. La mezcla ya estaba en marcha, estábamos conviviendo entre la muerte y la esperanza al mismo tiempo, como lo estuvimos y lo seguiremos estando a lo largo de la historia. 

Durante esos días, más de treinta compañer@s del Continente y El Caribe nos descubrimos en cuerpo entero, ya que durante dos años nos vimos en cuadritos en la pantalla de la PC, transitando el proceso formativo de Bendita Mezcla; tiempo suficiente para sembrar la confianza, fratersororidad y sabernos parte de una Matria Grande, que en El Salvador se multiplicó en abundancia.

Los cuerpos mostraban las marcas de las historias de pueblos y comunidades de origen, luchas, esperanzas, sueños, amores, desilusiones y ante todo la porfía irresistible y atrayente de que es posible y está en marcha otro mundo, otra sociedad, otra manera de interrelacionarnos en/con la Casa Común. La mezcla asomaba tímidamente con bellas y diversas melodías de tonadas, rasgos indiscutiblemente ancestrales, formas y señales intergeneracionales; la fiesta de los abrazos estaba en marcha y ninguna “bestia”, por más fea y agresiva que se presentara, la interrumpiría.

El pueblo salvadoreño, las familias de las comunidades y los caseríos, nos marcaron el ritmo de cada uno de esos días, con sus cantos y danzas, con sus historias de vida, marcadas por años de guerra, gobiernos desalmados, luchas organizadas en pos de la construcción de una vida más digna; la esperanza se trasluce en cada porción de tierra reivindicada, en cada escuela construida con el esfuerzo de la comunidad, en cada héroe y heroína, mártires y martirezas, reconocidos y reconocidas por sus nombres, que regaron con sus sangre esas tierras para dar frutos de una nueva humanidad. La MEMORIA activa, cargada de nombres de compañeros/as, de proyectos de vida, de lugares, de colores y sabores, es el pan de cada día, en las familias de esos pagos. Al decir de la experiencia de Moisés, también nosotros fuimos invitados/as a “descalzarnos ya que la tierra que pisamos es sagrada”. Escuchar el clamor de la tierra y del pueblo, fue un desafío cotidiano, acallarnos para contemplar en el eco de las narrativas del pueblo salvadoreño, al Dios, Padre y Madre que acompaña su caminar, sus luchas, sus esperanzas y la firme convicción en una Tierra sin Males.

Bendita Mezcla, no terminó, ya que ocho escueleros/as quedaron para compartir un tiempo de misión en diferentes comunidades y además, Bendita Mezcla nació para quedarse y dar frutos en abundancia.

Doy gracias a la VIDA, por haberme regalado ser arte y parte de esa ronda comunitaria que nos entrelazó, en cuerpos y promesas, en compromisos y amores, por haberme permitido entrar con los pies descalzos y salir con los pies llenos de barro. 

Ana Belén Molina 

Equipo de Animación de la Articulación Continental de CEBs