[Por: Pedro Pierre]
La expresión es de monseñor Pedro Casaldáliga, de Brasil. Es el legado que conservo de mi gran amigo Alfredo que acaba de fallecer la semana pasada. Los creyentes tenemos que caminar una mano con Dios y la otra con los pobres, porque los dos, Dios y los pobres, van siempre juntos. Eso es el testimonio de Jesús de Nazaret, de las primeras Comunidades cristianas, los innumerables mártires latinoamericanos y de las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs). Es también el hilo conductor de toda la Biblia: Dios es el Dios de todos, pero más prioritariamente el Dios de los pobres. Su proyecto de una Humanidad reconciliada parte de los pobres, encargados por él de hacer realidad su Reino. Eso fue la misión de Jesús: por una parte, revelarnos a un Dios amigo, compañero, padre y madre, y por otra, hacer realidad su Reino con los pobres y con los que se solidarizan con ellos…
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