[Por: Eduardo de la Serna]
Frente al fallido atentado contra la vicepresidenta Cristina Fernández, la mayoría de los comentarios ya suelen señalar o indicar el lugar donde se encuentra posicionado o posicionada quien habla o escribe. Algo, que a veces, se expresa en “actos fallidos”, que al decir de don Sigmund, es una expresión del inconsciente que quiere aflorar a pesar que el emisor quisiera evitarlo (o el superyó… o quien fuera). Así podemos ver que “¡cómo mandás a ese tarado!” o hablar de “supuesto atentado”, o de “victimización” hasta – y aquí lo que me interesa – escuchar hablar o insinuar que ocurrió un “milagro”. Evidentemente, quienes usan este término están posicionados entre los que tienen una cierta simpatía hacia Cristina, mientras que los primeros, ciertamente no. Escuchar o leer “milagro”, especialmente en personas que expresamente señalan su ateísmo o agnosticismo resulta, por lo menos, extraño. Y sobre eso quisiera decir una palabra…
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