[Por: Francisco de Aquino Júnior | Revista Latinoamericana de Teología]

El proceso de renovación eclesial, propuesto y conducido por Francisco, está estructurado en torno a dos aspectos fundamentales e inseparables del misterio de la Iglesia: la misión y la sinodalidad. Se trata de una reforma misionera —“Iglesia en salida hacia las periferias”— y sinodal —el “caminar juntos” del pueblo de Dios. La misión es comprendida y vivida de modo sinodal y la sinodalidad es comprendida y vivida desde la perspectiva y el dinamismo misionero. En el fondo, se trata de la reanudación y la profundización del proceso de renovación eclesial desencadenado por el concilio Vaticano II, cuya expresión más intensa y fecunda tuvo lugar en la Iglesia de América Latina. 

Podemos hablar incluso de que Francisco ha iniciado una nueva etapa del proceso de recepción del concilio. Un indicio muy significativo de esto es el retorno de la expresión “pueblo de Dios” como categoría eclesiológica fundamental. La expresión perdió centralidad en los documentos del magisterio

romano después del sínodo de los obispos de 1985, cuando fue desplazada y eclipsada por el término “comunión”. Si bien “comunión” expresa bien el misterio de la Iglesia como “pueblo de Dios”, con diversidad de carismas y ministerios, no pocas veces fue comprendida en un sentido reducido, incluso distorsionado de obediencia al magisterio1. Francisco ha retomado la eclesiología del pueblo de Dios, en términos de “comunión”. El papa entiende la comunión en el sentido amplio del “pueblo de Dios”, en el cual se integra y se comprende adecuadamente el ministerio ordenado en la Iglesia.

La “sinodalidad” encuentra aquí su lugar, su sentido y su función, en la eclesiología de Francisco. La sinodalidad expresa e indica “una dimensión constitutiva de la Iglesia”, como “pueblo reunido en la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (LG 4). Simultáneamente, posibilita una adecuada comprensión de la diversidad de carismas y ministerios, como expresión y servicio sinodal. Más que un simple procedimiento operativo, la “sinodalidad” designa la naturaleza de la Iglesia “pueblo de Dios”, esto es, un “misterio de comunión”. Estas páginas tratan, por tanto, de explicitar, con Francisco, el dinamismo sinodal de la eclesiología conciliar.

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