[Por: José Manuel Vidal | Religión Digital]
Todos los papas han tenido adversarios internos y externos. A Juan Pablo II le llamaban despectivamente “el polaco”, y la mayoría de los grandes teólogos del mundo se unieron para firmar la llamada ‘Declaración de Colonia’, en la que 220, entre ellos 62 españoles, criticaban las medidas de censura y la consolidación de un modelo de catolicismo involutivo, el llamado ‘modelo polaco’ aplicado a la Iglesia universal. Discrepancias que el entonces prefecto de Doctrina de la Fe, cardenal Ratzinger, eliminó de raíz con purgas de las principales figuras teológicas tanto europeas como latinoamericanas…
… La diferencia de Francisco con Juan Pablo o Benedicto es que no solo tiene adversarios, sino enemigos declarados y públicos, y, además, forman parte de la alta jerarquía y del corazón del poder eclesiástico: el colegio cardenalicio. Nunca un papa antes había sido atacado desde el senado púrpura, que está obligado por principio a defenderle incluso “hasta derramar su sangre por él”…
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