16 de Julio de 2022
[Por: María José Caram | Extracto del Prólogo]
Lo primero que quiero expresar al comenzar a escribir estos párrafos, es mi gratitud hacia Diego Pereira Ríos por haberme solicitado que prologue su valioso libro. Al leerlo he podido aproximarme de una manera muy especial a sus inquietudes y búsquedas. Conozco al autor gracias a Amerindia, que nos convoca permanentemente a realizar una reflexión situada, colaborativa y enamorada del proyecto del Reino de Dios en medio de las grandes problemáticas de nuestro tiempo. Ellas nos invitan responder con fidelidad al Evangelio de Jesús, a cultivar una actitud profética ante las graves injusticias que provocan sufrimiento y muerte y a mantener viva la esperanza, poniendo los ojos en el Dios de la Vida, encarnado en la historia de nuestros pueblos, y en la de la gran nube de testigos, varones y mujeres, que nos precedieron en el camino de una fe comprometida con lo real y concreto de la existencia.
La presente publicación reúne en tres grandes apartados artículos redactados con la motivación de una búsqueda apasionada por la verdad que, manifestándose en lo concreto, tensa siempre hacia un más allá trascendente y misterioso, al que sólo es posible acceder desde la conciencia del misterio de la encarnación, realizada en el Verbo de Dios hecho hombre, en cada persona humana, cuyo cuerpo es “el dato existencial por excelencia”, y en el cuerpo maltratado de la Tierra…
… El pensar de Diego fluye desde la realidad latinoamericana, que hace 50 años, a partir de las aspiraciones universalmente sentidas en aquel tiempo, hizo nacer una original corriente de pensamiento liberador en el ámbito filosófico, educativo y teológico, alimentada por la praxis y el compromiso y cimentada en la certeza de las posibilidades enormes que los seres humanos tienen, pese a las grandes dificultades, de salir adelante y ser ellos mismos personal, colectiva y comunitariamente. Esta realidad, en tiempos de pandemia por Covid, invita a ser pensada de manera nueva. Son sus inspiradores filósofos, educadores, teólogos y testigos de la fe y de la justicia, como lo fueron, cada uno a su modo, Gabriel Marcel, Paulo Freire, Gustavo Gutiérrez, San Oscar Romero y tantos otros…
… Las personas necesitamos siempre ir más allá. Pero esto no puede hacerse sin un enraizamiento en lo concreto, en el tiempo presente, en las múltiples relaciones con los otros y con las cosas, como se va vislumbrando en nuestros días. El encuentro con Dios se da siempre en camino, en la práctica de la justicia y del amor. Si podemos tener la experiencia de una plenitud en el aquí y ahora, Aquel a quien tiende nuestro deseo esencial siempre está más allá. Diego nos dice desde sus más profundas convicciones: “ser fiel a Jesús y su proyecto del Reino, que es la acción liberadora de Dios en la historia humana, implica también inspirarse en los profetas, aprender de ellos e intentar actualizar aquel espíritu que los llevó a la defensa del más débil, la denuncia de la injusticia, y el preanuncio del reinado del amor de Dios”. La realización de la liberación anhelada, experiencia humana que hace posible el encuentro con Dios, sólo es posible alcanzarla entre todos. Y esto es esfuerzo, proceso y gracia.
María José Caram
Editorial PIECO, Córdoba, Argentina.
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