Charles Taylor: el lugar de la religión en la esfera pública

29 de Mayo de 2022

[Por: Juan José Tamayo]




(Charles Taylor, El futuro del pasado religioso, Trotta, 2021)

 

Estamos asistiendo a un importante debate en torno a la relevancia de la religión en la esfera pública que intenta superar los estrechos planteamientos de un determinado tipo de laicismo que la reduce a la esfera privada, al ámbito de la conciencia y a los lugares de culto, y cierra toda posibilidad de su presencia en el ámbito cultural, social y político. Dicho laicismo considera la esfera pública como el único espacio de deliberación racional y de acuerdo libre de coacción. 

 

En el debate intervienen intelectuales de reconocido prestigio que vienen dialogando desde diferentes disciplinas y enfoques. Entre ellos destaca el filósofo canadiense Chales Taylor, uno de los pensadores más influyentes en el actual panorama filosófico, que vuelve a demostrar la relevancia de su pensamiento en El futuro del pasado religioso (Trotta, Madrid, 2021).  El libro es una profundización de su obra mayor La era secular. Cuenta con una excelente y muy clarificadora introducción de Sonia E. Rodríguez García, que hace un recorrido por las diferentes etapas de su obra y ofrece las principales claves de su filosofía de la religión. 

 

Taylor hace un análisis histórico del proceso de secularización en la cultura occidental y de lo que significa vivir en una era secular con el retroceso de la religión tradicional y la emergencia de nuevas espiritualidades religiosas y laicas. Construye narrativas alternativas a la teoría clásica de la secularización del mundo occidental y elabora una filosofía de la religión en diálogo con las otras ciencias de la religión. En duchas narrativas están presentes las principales cuestiones hoy en discusión, entre las que cabe citar: los desafíos de la religión en los nuevos climas culturales, la racionalidad de las creencias religiosas, el auge de los fundamentalismos y su vinculación con la violencia, así como la relación y la tensión de la religión con la política y la ética. Presta especial atención al debate en torno a la actitud de la Ilustración en relación con la religión y expresa su desacuerdo con otros colegas como Habermas y Rawls.

 

Taylor ubica el debate en torno a lo secular y lo religioso en el horizonte de una “filosofía de la civilidad”, que engloba las tres normas de las sociedades contemporáneas: a) democracia, b) igualdad y no discriminación, c) derechos humanos. Las sociedades democráticas modernas, afirma, se organizan en torno a nuevas ideas de orden, entre las cuales se encuentra la “esfera pública”, y a una nueva concepción de lo político y a la búsqueda del overlapping consensus. Ahora bien, ¿qué papel pueden jugar los argumentos religiosos en la consecución de ese consenso? Cree, a este respecto, que hay que llevar a cabo una drástica redefinición del secularismo, critica la persistente “obsesión por la religión” y considera que el lugar de la religión en la esfera pública no debe considerarse un “caso especial”, ni en lo referente al discurso político, ni en lo que tiene que ver con la razón y la argumentación en general. Se trata de un caso dentro de la cuestión de la diversidad. 

 

Según esto, los regímenes seculares en la democracia contemporánea no pueden concebirse como baluartes contra la religión, sino como intentos honestos de garantizar tres metas básicas: 1) Nadie debe ser coaccionado en materia de religión o creencias básicas. 2) Debe existir igualdad entre personas con diferentes credos o creencias básicas: ninguna perspectiva religiosa y ninguna Weltanschauung (religiosa o arreligiosa) puede tener un estatuto privilegiado, y aún menos ser doctrina oficial del Estado. 3) Hay que escuchar a todas las corrientes espirituales, y todas ellas deben poder participar en el proceso siempre en marcha por el que la sociedad determina qué metas se propone y cómo alcanzarlas. 

 

Hay todavía una cuarta y una quinta meta que yo añado. La cuarta es criticar de los textos que legitiman la violencia, incluso en nombre de Dios, que discriminan a los seres humanos por razones étnico-culturales, religiosas, de identidad sexual o de clase, y que justifican la depredación de la naturaleza. Y textos de ese tipo hay muchos en las religiones que, además, son leídos de manera fundamentalista considerando que tienen jurídica y moralmente carácter imperativo en todo tiempo, lugar y contexto cultural.

 

La quinta meta consiste en incorporar al ámbito secular las propuestas éticas de las religiones de carácter emancipatorio. Y propuestas de este tipo también existen en las religiones capaces de fomentar la unidad respetando la pluriversidad, de cuidar la naturaleza que es la casa de los seres humanos y de los animales -de todos-, de trabajar por el bien común venciendo el egoísmo y de practicar la compasión con las víctimas identificándose con sus sufrimientos y luchando contra las causas que los provocan.  

 

En el logro de ambas metas han de colaborar de manera especial las personas y los comunidades creyentes, incluso como exigencia de las propias religiones. 

 

Imagen: https://www.trotta.es/autores/charles-taylor/151/ 

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