24 de Abril de 2022
[Por: Víctor Codina, SJ]
(Para comprender la película de Imanol Uribe, Llegaron de noche)
El 6 de noviembre de 1989 Ignacio Ellacuría recibió en Barcelona el premio Alfonso Comín. Y en su discurso habló de revertir el curso de la historia y construir una civilización basada en el trabajo y la sobriedad compartida.
10 días después, a su regreso al Salvador, Ellacuría fue asesinado junto con cinco otros compañeros jesuitas de la Universidad José Simeón Cañas: Ignacio Martín-Baró, Segundo Montes, Amando López, Juan Ramón Moreno y Joaquín López y López; junto a ellos también fueron asesinadas Julia Alba, trabajadora doméstica y su hija Celina Ramos.
Esta masacre se ha de contextualizar en el contexto de la explosiva tensión social y económica de El Salvador entre una minoría poderosa y la mayoría de un pueblo sumamente empobrecido. Esta tensión presente desde 1970, explotó en una guerra civil que duró de 1980 a 1992 entre las Fuerzas Armadas de El Salvador (FAES) apoyadas por USA y el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMNL).
Esta guerra que se inscribe en el contexto mundial de la guerra fría entre occidente y el mundo soviético, produjo 70.000 muertos y 15.000 desparecidos.
Los gobiernos salvadoreños de derechas que querían mantener la situación social capitalista, tildaban de comunistas a todos los que hablaban de justicia y deseaban un mundo más justo. Esto explica el asesinato de muchos campesinos, mujeres y niños, de sacerdotes, de Rutilo Grande y sus dos catequistas, del arzobispo Oscar Romero en 1980 y de los jesuitas de la UCA en 1989.
Ignacio Ellacuría, rector de la UCA, hombre de gran lucidez intelectual y una extraordinaria dialéctica, comprometido en la defensa de los derechos humanos, había convertido la UCA en un centro de investigación y de formación al servicio de la justicia, propiciaba el cese de la violencia y el diálogo entre los dos frentes contendientes, para salvar vidas y construir un país más justo.
Ellacuría veía necesaria la negociación, pues si ganaba la derecha continuaría la represión y la falta de derechos humanos, continuaría la explotación y la pobreza. Si ganaba la izquierda habría graves problemas por falta de capacidad para gobernar, tanto desde el punto de vista político como técnico y con el riesgo de una intervención de Reagan tipo la “contra” de Nicaragua.
La postura de Ellacuría y de sus compañeros, era fruto de una visión cristiana que une la fe y la justicia, el evangelio y la vida, Jesús crucificado y los crucificados de la historia. Por esto asesinaron a Rutilio Grande y a Romero, por esto asesinaron a Ellacuría y a sus hermanos de la Compañía de Jesús, por esto también a las dos mujeres. Por esto los soldados llegaron de noche para matarlos.
El asesinato de los seis jesuitas dio la vuelta al mundo y desveló la crueldad de la guerra y la responsabilidad del gobierno de USA en estas muertes, por su gran apoyo político y económico al ejército salvadoreño. Fruto en gran parte de este asesinato fueron los Acuerdos de paz del Salvador en 1992 en Chapultepec.
* * *
En 1986 Ellacuría me invitó a dar durante un semestre clases en la UCA del Salvador. Conviví con todos los compañeros jesuitas. No regresé al Salvador hasta el año 2000. Todos mis antiguos compañeros jesuitas ahora estaban enterrados en la capilla de la UCA. En el jardín de la UCA, el jardinero, Don Obdulio, esposo de Alba y padre de Celina, plantó seis rosas rojas y dos rosas blancas.
Sobre este jardín martirial, el obispo poeta Pere Casaldàliga escribió este poema:
“El juramento cumplido,
la UCA y el pueblo herido
dictan la misma lección
desde las cátedras fosas.
Y Obdulio cuida las rosas
de nuestra liberación”
Como dijo Ellacuría en Barcelona diez días antes de su asesinato, hemos de revertir el curso de la historia.
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