Para que sea santa

18 de Abril de 2022

[Por: Ignacio Madera Vargas | El Universal]




Esta semana que denominamos santa podría y debería serlo realizando un alto en el camino de la vida quienes hemos asumido la fe en Jesucristo, pero igualmente lo podría ser para quienes, sin ser creyentes, se interesen en lo sugestivo de la vida y predicación de Jesús de Nazaret, a quien confesamos como Señor y Cristo, la segunda persona de la Santa Trinidad.

 

Los relatos de pasión, escuchados quizá, dada su extensión, desde la incomodidad y el cansancio por el calor y las condiciones de la mayoría de nuestros templos católicos, pueden no producir el efecto que significan; y esto es una pena porque se trata al fin y al cabo del relato de lo más dramático y lo más sublime que tiene la existencia humana.

 

Esta semana se leen en la liturgia de la Iglesia católica los relatos de pasión: una versión de los Evangelios sinópticos el Domingo de Ramos y la del Evangelio de Juan, el Viernes Santo. Invitarte a escucharlos y -por qué no pensarlo- a leerlos en soledad y silencio a pesar de tanto ruido generado por todo lo que quita a esta semana su sentido original, es sublime, en este año de una pandemia que pareciera languidecer, pero no finalizar definitivamente.

 

Todo lo más rastrero de los seres humanos pero lo más vigente en nuestro tiempo y en este país lo condensa el relato de pasión: la intriga, la truculencia, la acusación falsa, la distorsión de los argumentos, la ironía, la falsa noticia, la burla, la calumnia, la maledicencia, la creencia en los decires mentirosos, la polarización, la auto referencialidad, la injusticia agazapada en la aparente justicia parcializada y leguleya, la maquinación para atacar y vender en función del dinero, la traición del amigo, el abandono de los más cercanos, todo eso maldito que corroe las vidas y condena a la miseria y la exclusión a tantos y tantas hermanos y hermanas en el país. Ese degenerado poder de los que comercian con nuestras mujeres y entregan su carne a la lujuria sin controles de extranjeros y locales. Esa es la pasión del pueblo de Dios, urgiéndonos a bajar de la cruz a estos nuevos cristos.

 

En contraste con todo lo anterior, la sublime actitud de Jesús de Nazaret, sereno y controlado, asumiendo todo lo anterior en confianza incondicional en el Dios a quien llamaba Padre y su Padre, su tranquilo y al tiempo profético reconocimiento de la fragilidad de quienes no podían mantenerse atentos y en vela para enfrentar a quienes venían a apresarlo. Y la decisión certera de asumir las consecuencias de su predicación y de su actuar. En las horas definitivas de la vida, cuando todo parece derrumbarse, esta confianza es mayor que todas las sevicias que los seres humanos podemos producir. Por eso, y por mucho más... ¡que esta Semana tenga para ti, algo de santa!

 

Publicado en: https://www.eluniversal.com.co/opinion/columna/para-que-sea-santa-GA6398769 

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