Desarmar la fe y las religiones para desarmar el mundo

09 de Abril de 2022

[Por: Marcelo Barros]




Es triste y doloroso ver las imágenes de la destrucción que la guerra entre las grandes potencias del mundo está causando en Ucrania. Y en el mundo actual, hay muchos otros conflictos y guerras que estallan en los cinco continentes. Ciertamente, uno de los aspectos más terribles de estas guerras es ver que en ambos lados del conflicto hay gobernantes que dicen que Dios está de su lado y hay religiosos que los apoyan. 

 

Las tradiciones espirituales predican la Paz y el Amor, pero, hasta nuestros días, en determinados momentos de la historia, han servido para exacerbar conflictos y violencia. La Biblia puede interpretarse como lucha incesante contra culturas y religiones extranjeras. Varios intelectuales llaman la atención sobre el carácter violento de los textos religiosos. 

 

En un mensaje al II Foro Social Mundial, José Saramago escribió: "Siempre moriremos de algo, pero hemos perdido la cuenta de los seres humanos asesinados de las peores formas que el ser humano ha sido capaz de inventar. Una de ellas, la más criminal, la más absurda, la que más ofende a la simple razón, es la que, desde el principio de los tiempos y de las civilizaciones, ha ordenado matar en nombre de Dios".  

 

En 1996, el cardenal Carlo Maria Martini, arzobispo de Milán, dijo: "Reflexiono sobre las páginas bíblicas que describen los conflictos y parecen legitimarlos. En algunas parábolas evangélicas, la guerra y la violencia se consideran habituales e inherentes al destino de este mundo. Son historias que hablan de venganza y de pena de muerte. (...) Hoy no podemos proponer hechos de guerra y violencia como imágenes del reino de Dios" . 

 

Explicamos estos textos violentos con el concepto de "pedagogía progresista". Dios educa progresivamente a las personas desde sus condicionamientos culturales hasta superar la violencia. 

 

Para lograr esta cultura de la paz no basta con que los ministros religiosos condenen las guerras. No basta con rezar por la paz, como si tuviéramos que convencer a Dios para que dé la paz al mundo. También parece incoherente pedir la paz a los gobiernos y mantener religiones dogmáticas y autoritarias que, por su propia estructura jerárquica, contienen violencia simbólica. Es necesario que las propias Iglesias, así como cada cristiano, asuman un proceso educativo que le sitúe en una cultura de Paz. 

 

Esto es lo que propuso el Papa Juan XXIII hace casi 60 años cuando, a pesar de enfrentarse a las presiones de sus propios asesores y asistentes, el Jueves Santo 11 de abril de 1963 firmó e hizo publicar la encíclica Pacem in Terris (Paz en la Tierra). Para ser testigos de la Paz, cada creyente y las propias religiones deben desarmarse de su coraza dogmática, de su deseo mundano de poder y practicar en sus círculos internos y entre ellos la Paz y el Amor que proponen al mundo.  

 

**Imagen tomada de: https://www.geopolitica.ru/fr/node/38493 

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