27 de Marzo de 2022
[Por: Dr. Alejandro Ortiz]
Cuando hablamos de antropología digital queremos comprender cómo las tecnologías actuales transforman, condicionan, modifican, construyen un modelo de “ser humano”. En este sentido queremos profundizar cómo una vida impregnada de tecnologías digitales puede cambiar su manera de “ser y estar en el mundo”, impactando en las formas de relacionarse con su entorno, con sus semejantes y con lo trascendental. En este texto queremos brindar algunas variables que consideramos que están marcando fuertemente, sobre todo en las nuevas generaciones que han crecido con una cultura digital, sus valores y formas de “ser”. En especial queremos responder a la pregunta ¿cuáles son los nuevos valores nacidos de esta cultura digital que vivirán, de manera silenciosa y poderosa, en sus relaciones sociales próximas o futuras? ¿O tal vez ya presentes? Además, pondremos en algunos puntos ejemplos en cuestión educativa. En otro espacio ya hablamos de la “inmediatez” (https://amerindiaenlared.org/contenido/21211/antropologia-digital/), ahora tocará hablar de cuatro valores más:
A. De la respuesta humana al me gusta
La gustabilidad se ha vuelto no solo un ícono moderno sino una actitud. La gustabilidad o el “me gusta” de las redes implica dos direcciones, por un lado la dependencia del usuario a los gustos de sus seguidores, ya que cuando se publica algo (una foto, un comentario) se está esperando una aprobación (de acuerdo a los gustos de los otros) por parte de los demás, y por otro lado cuando el usuario ve publicaciones de otros aplica sus criterios, sus gustos y su opinión en torno a ellas, si la valora la comentará si no es así, simplemente el me gusta se vuelve un estoy enterado o un de acuerdo. A nivel educativo se piensa que el salón de clase es una gran “Facebook” donde no voy a aprender sino voy a aprobar o gustar ciertos conocimientos. Sin más recursos, muchas veces por su bajísimo nivel cultural, los alumnos confunden su opinión con un argumento llegando a transformación en un simple “me gusta” o no. No hay argumento ni reflexión solo reacción emocional. Por eso, a veces, los estudiantes opinan sobre temas que desconocen como si fueran expertos basándose solamente en si les gusta o no lo que aporta el autor. Esto llega al grado de volver las evaluaciones estudiantiles en un “me gustó su clase” en vez de “si aprendí en su clase”.
B. La lectura navegante: superficial y sin dirección
Al tener tanta información que ver y leer los usuarios ya no leen toda la información sino hacen lo que se llama una lectura transversal o navegar, es decir se lee solo las primeras palabras, los primeros párrafos, o el principio de ellos, pero no más. Y ahora con la lectura multimedia donde un tema te vincula a otro y este a otro y así eternamente, podemos decir que se lee de manera superficial y sin rumbo fijo. Esto ya lo analizó Carr en su libro superficiales (2011) concluyendo que cada vez se lee menos, y se lee lo menos complicado, haciendo que nuestro conocimiento sea banal o superficial. La cultura del copy-paste es muy habitual ya que se toma de la red sin respeto a los derechos de autor. ¿Quién lee más de dos hojas en un mensaje en cualquier red social? Si todo se puede decir en 140 caracteres según Twitter para qué más. Entonces, se tiende a la lectura superficial, a la lectura fácil, la que no cuesta trabajo, la lectura de pocas palabras y vocabulario pobre. Los alumnos se quejan de lecturas difíciles que no le entienden. Existiendo en la educación un peligro enorme de “bajar” al nivel del alumno las clases y las lecturas en vez de ayudar a subir su nivel de lectura, de comprensión, de aumentar su vocabulario.
C. Del conocimiento teórico al conocimiento emocional
La comunicación se ha vuelto emocional sobre todo por las redes sociales. No se trata solo de dar información sino de comunicar las emociones y sentimientos del usuario. El Facebook, el Instagram y otras redes sociales explotan las emociones al máximo. ¿Cómo te sientes hoy? Exprésalo con un emoticon. Parecería entonces que lo importante en la educación es que el alumno se sienta bien, este a gusto y por tanto nada le enturbie su paz interior. Se busca un conocimiento afable, agradable, feliz. Recuperar esta dimensión es bueno e importante. Pero debemos hacerlo de manera seria, profesional, profunda. Recordemos y retomemos todos los aportes neurobiológicos sobre el incorporar las emociones en los procesos de aprendizaje, sin embargo, esto no significa transformar el salón de clase en una terapia grupal, ni que la clase se vuelva dar consejos de autoayuda. Retomar las emociones en el proceso de aprendizaje es importante y necesario, pero sin caer en el extremo de solo la emoción sin conocimiento. Los mismos terapeutas piden respeto a su profesión, ya que una cosa es acompañar, escuchar, “estar a su lado” y otra cosa dirigir, asesorar o de plano decir que debe hacer.
D. La vida es una fotografía
Tomar fotos con el celular es una de las prácticas más habituales de los usuarios digitales. Es más, mensajear textos en redes sociales y sacar fotos son los dos usos más importantes de un celular actualmente. La “foto” se volvió necesaria para casi todo en la vida del usuario digital. Se toma foto de todo, de los lugares que visitas de tus amigos, de tus comidas, de lo que encuentras. En la educación esta práctica también existe. Los estudiantes universitarios llegan al salón de clases sin cuadernos, sin pluma, no anotan nada. Al final se toma foto al powerpoint, a la tarea que se entrega en un papel, al pizarrón. Se piensa que la foto tomada a los apuntes tendrá el mismo efecto que la foto que se sube al Facebook, lamentablemente esto no es así. La foto se piensa que nos dirá lo que no anotamos y que nos recordará lo que si entendimos en el salón de clase. Sin caer en anotaciones o diarios inútiles debemos ayudar a comprender la importancia de la escritura en los procesos cognitivos de aprendizaje. Debemos evitar que todo esté en la memoria del teléfono, y propiciar la memoria viva del estudiante. Y hablando de memoria deberíamos propiciar como un acto educativo la memoria histórica de nuestros pueblos y de nuestros sujetos en liberación.
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