[Por: Card. Pedro Barreto y Mauricio López | La Civilità Cattolica]
En los días inmediatamente anteriores al estallido de la pandemia del Covid-19, en febrero de 2020, sin saber la dimensión de la tormenta que se venía sobre nosotros, aunque intuyéndola, estábamos ya preparando el camino hacia la Primera Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe. Una experiencia animada por el CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano) y en articulación con diversas instancias regionales eclesiales de la vida consagrada, de las pastorales sociales y otras. Pocos meses antes de esto, ante la propuesta de la presidencia del CELAM, el mismo Francisco aconsejaba realizar una experiencia Eclesial donde tuviera espacio todo el pueblo de Dios, y se siguiera profundizando la fuerza del mensaje del V Conferencia del CELAM en Aparecida (2007), que todavía tenía, y tiene, mucho qué decirnos…
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