[Por: Luis Van de Velde]
En un primer paso, Mons. Romero se refiere a una multitud de personas convertidas, es decir, personas que reconocen la verdad sobre la vida y sobre sus vidas, y en ello también el pecado (que es todo lo opuesto al Reino de Dios) y que luego dan el paso de cambiar, de convertirse. Juan se situó en el Jordán en un momento concreto de la historia del pueblo judío y con su llamada a la conversión atrajo a mucha gente. Así creció un movimiento, una escuela, una dinámica de personas que sabían que las cosas no podían seguir así, que tenían que cambiar y que estaban dispuestas a dar ellas mismas los primeros pasos. Sabemos que Juan hablaba con un lenguaje apocalíptico de forma bastante amenazante sobre el futuro sin un cambio profundo de la dinámica histórica. También Jesús se sintió atraído por este movimiento: ¡las cosas deben cambiar!…
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