Reseña: “Diversidad, resistencia y utopía. Los pueblos indígenas de nuestro tiempo”

01 de Enero de 2022

[Por: Juan José Tamayo]




Recientemente (diciembre de 2021) la editorial Tirant Lo Blanch, ha publicado el libro del profesor Daniel Oliva, titulado Diversidad, resistencia y utopía. Los pueblos indígenas de nuestro tiempo. He seguido muy de cerca la gestación del libro desde el momento en que fue concebido. Según lo iba leyendo por capítulos, como por entregas, iba disfrutando de su lectura, estudiando, reaprendiendo y ordenando mis propias ideas gracias al orden y sistematicidad del libro. Es esta una de sus principales cualidades. 

 

No es ciertamente un libro de texto, ni un tratado, ni esa es su pretensión, pero sí un libro que da a conocer con rigor las cosmovisiones, culturas y los saberes de y sobre los pueblos indígenas tanto diacrónica como sincrónicamente. Nos ayuda así a actualizar dichos conocimientos. Ciertamente, Daniel Oliva es un profundo conocedor de dichos pueblos, preferentemente de la originaria Abya-Yala, hoy América Latina.

 

Al libro se accede por un pórtico de obligado paso, pero no deprisa, sino deteniéndose en su lectura. Me refiero al capítulo sobre las bases metodológicas, que conforman la arqueología de la obra: análisis documental, investigación cualitativa, enfoque participativo, que da voz a dichos pueblos y los convierte en protagonistas del libro, planteamiento holístico, interculturalidad, enfoque de género, perspectiva ética y visión global al tiempo pormenorizada. Frente a los análisis esquemáticos, simplistas y uniformadores subraya la complejidad, pluriversidad, identidad diferenciada y riqueza cosmovisional de los pueblos indígenas. Es algo que desarrolla Daniel Oliva a lo largo del libro con lucidez, sólida argumentación antropológica y análisis empíricos. Desvela con total precisión y de manera aforística la perspectiva que guía su trabajo: “decolonial propositiva y crítica constructiva”. El desarrollo del libro responde a esa guía.

 

La luminosidad del pórtico facilita el acceso a las diferentes estancias igualmente luminosas de los pueblos indígenas: la educación intercultural, la política y la economía indígena, la medicina tradicional, la espiritualidad, el Derecho propio y la administración de Justicia, la relación con los poderes públicos, los derechos colectivos, los efectos mortíferos del coronavirus y las estrategias para combatirlos, la cosmovisión del buen vivir como encuentro gratuito —y no venal— con la madre-naturaleza, que consideran sagrada y cuyos derechos inalienables reconocen al mismo nivel que los derechos humanos, con los demás miembros de la comunidad, con las deidades masculinas y femeninas y con toda la humanidad. 

 

El libro se mueve en el horizonte de los estudios decoloniales y de las epistemologías del sur, pero no de manera escolar, sino aportando una base empírica que espero enriquezca dichos estudios. 

 

En suma, estamos ante una obra que se caracteriza por una metodología rigurosa, una visión omnicomprensiva del tema, una sólida fundamentación jurídica y antropológica, una exposición clara y muy asequible incluso para personas no especialistas, que no se queda en la mera descripción de la realidad, sino que apunta a la utopía, de la que son portadores los pueblos indígenas. 

 

Creo que este libro contribuirá a liberarnos del colonialismo instalado en el imaginario social occidental de manera consciente e inconsciente, del racismo epistemológico y del tecno-cientismo que desprecia los saberes, las formas de vida y las cosmovisiones de los pueblos originarios, calificados de trasnochados. Colonialismo, racismo epistemológico y tecno-cientismo que confirma Eduardo Galeano con la originalidad y la brillantez literaria que le caracterizan de esta guisa: “La cultura dominante admite a los indígenas y a los negros como objeto de estudio, pero no los reconoce como sujetos de la historia; tienen folklore, no cultura; practican supersticiones, no religiones; hablan dialectos, no idiomas; hacen artesanías, no arte”. Y yo añado: son naturaleza salvaje, no cultivan la naturaleza; tienen ídolos, no dioses; practican cultos idolátricos, no ritos sagrados; tienen supersticiones, no sacramentos; poseen usos ancestrales, no conocimientos; hacen magia, no ciencia; son contemplativos, no activos; viven anclados en el pasado sin perspectiva de futuro. Todo ello es puesto en entredicho en el trabajo de Daniel Oliva.

 

El libro invita a poner en valor la riqueza sapiencial de los pueblos originarios, su ejemplar convivencia eco-humana, sus mitos fundacionales, la defensa de su territorio y el rechazo de los macroproyectos extractivistas, sus símbolos cargados de sentido liberador. Son razones suficientes, creo, para invitar a su lectura.

 

Imagen: http://elorejiverde.com/el-don-de-la-palabra/797-comunidades-y-organizaciones-indigenas-en-debate 

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