[Por: Francisco José Bosch]

Una flor que se abre es la Navidad en el Edén. Un hijo de carpintero y una ‘encorvada’ es la navidad del Dios que se hace pobre, se hace carne, se hace tiempo. ¿Dónde está la navidad hoy?

Las navidades abiertas, en cada tiempo, entre teofanías, antropofanías y cosmofanías… un niño juega, pero antes nace. 

--

Creo que existió y que existirá el Jardín del Edén. Creo en Dios, en el creador, en ese jugador que siempre empieza de nuevo y así lo renueva todo. También el hombre, por ser creatura suya, está obligado a participar en el juego. 

‘Loa a la Tierra. Un Viaje al jardín’. Byung-Chul Han

Un hombre se levanta para salir a pintar paredes ajenas, durante nueve horas. Al mismo tiempo, una mujer se acuesta, ha atendido deseos ajenos durante largas horas de la noche. Los niños duermen. Son tres. 

Los vecinos, por la noche, festejan. Es domingo, hubo elecciones. Uno grita, la voz traspasa la medianera: ’Ganamos, carajo, ganamos. Por los que no están. Siento que es Navidad’.

Hay barrio, hay memoria, hay una lagrima, hay un pueblo, hay sueños, hay fe: es Navidad en NuestrAmérica.

--

Hay néctar en el centro de la flor. La flor se agarra al tallo vigoroso del tornasol, que no torna, pero que sí parece un sol. Debajo, la raíz ha abierto brecha, para engordar beber, comer y engordar el tallo. 

A su lado, una planta medicinal crece, guacha. Al costado, no se escuchan los ícaros pero pueden verse las caléndulas que han sanado pueblos. 

Es viernes. Es verano en el sur. El jardín comestible florece. En el silencio de los talleres de trabajo de los vecinos, una huerta escondida dentro de una ciudad. En ese silencio, el viento hace susurrar la milpita. 

Mosquitas, mariposas, mangagas, abejas y avispas. Polinizadores hacen el amor. La navidad viene.

La crisis ecológica es una revelación. Si no la ves como una revelación, no la ves con la suficiente profundidad y seriedad. Ciertamente no es una teofanía: lo que se revela no es un nuevo Dios. Tampoco es una antropofanía como la de la Ilustración, que nos dio una nueva imagen del hombre. Es más bien una cosmofanía: el cosmos, hasta ahora silencioso, grita y habla. Se trata de escuchar este grito, de comprender este lenguaje, de percibir esta cosmofanía. Esta cosmofanía es la revelación actual, y es la revelación de la contingencia. No se trata de hacer de la ecología una religión, sino de ecologizar la religión

 Raimon Panikkar, 1996