Vida en primer lugar: Grito de los excluidos en tiempos de pandemias

07 de Setiembre de 2021

[Por: Francisco de Aquino Júnior]




Desde 1995 Iglesias populares realizan en el día 7 de septiembre el Grito de los excluidos. Es un día simbólico en el país que se vuelve para sentimientos patrióticos: pertenece a un pueblo, unidad, amor a la patria, símbolos comunes. Sentimientos que constituyen e identifican a un pueblo y son la base de un proyecto de nación. Pero lo que debería ser la ocasión de celebración de fraternidad y compromiso con la construcción de una sociedad más justa y fraterna (verdadero patriotismo), se ha transformado en oportunismo y exaltación del poder militar al servicio de la elite del país (desfile militar, plataforma de las elites).

 

Delante de ese patriotismo elitista-militar (Brasil de las elites), el grito de los excluidos haz eco cómo una expresión y convocación de verdadero patriotismo (Brasil de todos): reúne iglesias, organizaciones populares, estudiantes, por ejemplo, alrededor y en búsqueda de justicia social que es el fundamento de un proyecto ético-religioso de la sociedad; denuncia las injusticias sociales, violaciones y negaciones de los derechos humanos y la criminalización de las luchas y organizaciones populares; reivindica derechos de grupos y comunidades locales y políticas públicas que garantizan derechos a la clase trabajadora y de los sectores marginalizados de la sociedad.

 

Como en año de 2020, el grito de los excluidos ocurre nuevamente en medio de la pandemia de Covid-19. Si una pandemia es siempre una tragedia, tiene su cuadro inflamado por estar asociada a las injusticias y desigualdades sociales, sus consecuencias son mucho más trágicas para las poblaciones pobres. En caso de Brasil, la situación es peor por cuenta de la actuación política  de un gobierno que banaliza la muerte de miles de personas y atenta en contra la salud pública, estimulando y provocando la desobediencia las medidas de protección sanitaria: casi 600 mil personas perdieron sus vidas sin derecho a un funeral y entierro dignos. Muchas vidas podrían ser salvas si tuviese el gobierno y política de salud que respetase el pueblo, la ciencia, el dinero público y las autoridades sanitarias. El desempleo creció asustadoramente. De agosto de 2020 hasta febrero de 2021 la cantidad de personas viviendo en la pobreza extrema pasó de 9,5 millones para más 27 millones. Y la CPI (Comissão Parlamentar de Inquérito) ha revelado indicios de corrupción en la compra de vacunas involucrando el gobierno y  empresas privadas. 

 

Como cristianos y como sociedad organizada no podemos quedarnos indiferentes a esa situación, ni cruzar los brazos. Tenemos que reaccionar y gritar por “vacuna en el brazo y comida en lo plato” por auxilio financiero, por trabajo, por un hogar digno, por la suspensión de reintegración de tierra, contra la corrupción en compra de vacunas…El grito fundamental es siempre lo mismo: ¡Vida en primero lugar! Y se concretiza siempre en la lucha por la participación popular, salud, alimentación, casas, trabajo y renta…    

 

La pandemia de Covid-19 exige de nosotros mucho más apuro y responsabilidad con la salud de nuestro pueblo. Algunos grupos/colectivos no consideran prudente promover manifestaciones que causen aglomeraciones. Otros consideran el contexto actual exige movilización por las calles bajo los cuidados necesarios manteniendo los cuidados con la salud pública, usando de nuestra creatividad para que nuestro grito haga eco en varios lugares. 

 

Mucho puede ser hecho en la preparación y realización del Grito: círculos bíblico, debates en línea, encuentros de formación, live cultural, programas de radio, oraciones en grupo y celebraciones, videos cortos con registros de las manifestaciones del Grito locales y nacionales transmitidos y publicados en las redes sociales, actividades por las calles de las comunidades y barrios con cruces, velas, banderas, carteles en marcha etc. 

 

El reto es hacer presente nuestras voces, nuestros gritos. Importa despertar y congregar sentimientos de fraternidad y solidaridad. Importa movilizar y articular fuerzas sociales y políticas para la reconstrucción del país desde la justicia social que realiza en la afirmación y garantiza derechos de los pobres y marginalizados-señal, criterio y medida de realización del reinado de Dios en nuestro medio, que es un reinado de fraternidad, justicia y paz. 

 

¡Vida en primero lugar!

 

¡En la lucha por la participación popular, salud, comida, casa, trabajo y renta!

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